Es genial que os paséis el tiempo escribiendo libros sobre fraudes de empresa y pleiteando contra la Volkswagen por quítame aquí estas mediciones. Hace falta. Pero os dejáis el más grande de todos los timos. Uno que amenaza la paz, la seguridad y el bienestar global. Ríase usted de las preferentes, de las cláusulas suelo, de las facturas eléctricas o de las permanencias en telefonía. Naderías. Memeces. Engañifas de aficionado.
¿Queréis dedicar el tiempo a combatir el mal? No dejéis de denunciar a Donald Trump.
Sé que buena parte de vuestro público puede apreciar algunos de los síntomas que provoca esta enfermedad humana. Proteccionismo rampante, supuesta defensa de los intereses de los trabajadores nacionales frente a una globalización presuntamente maligna... Afortunadamente, ni siquiera tengo que andar por esa senda para convenceros.
Estamos hablando de un presidente que ha llegado al poder contando mentiras, jaleando a quienes mentían, convirtiendo en el enemigo público número uno a quienes defienden la verdad, echando mierda sobre sus principales rivales a medida que se los iba quitando de encima, prometiendo idioteces, nombrando como asesores a fanáticos peligrosos relacionados con un pensamiento filofascista y aislando a su país de la comunidad internacional y de los principios más básicos de la democracia.
El verdadero problema es que no lo hace por motivos ideológicos. No tiene un plan para hacer del mundo un lugar mejor. Trump no tiene más ideología que su ego. Un ego del tamaño de una obra de Calatrava e igual de puntiagudo. Pero uno que no va acompañado de rasgos como inteligencia, empatía o sentido común.
Se ha hablado mucho de cómo Trump logró el voto de los votantes blancos del cinturón del óxido estadounidense, trabajadores desesperanzados que buscaron en el carácter rebelde de este millonario que nunca ha ofrecido sus datos fiscales y que no duda en violar las normas más básicas de la decencia al permitir que todas sus compañías (y las de su familia) se beneficien de su mandato.
Puede que haya algo de verdad en eso y que un montón de trabajadores estén tan desesperados que hagan lo que sea para intentar recuperar unos puestos de trabajo que la evolución tecnológica ha hecho irrelevantes. Pero si Trump ha triunfado es, en realidad, porque un elevadísimo porcentaje de sus votantes son idiotas, carecen de comprensión lectora y no consultan más medios que las noticias falsas que les transmite por Facebook o los boletines de Fox News o Breitbart.
No quiero decir que todos los estadounidenses sean idiotas. La mayor parte de ellos votaron por su rival. Quiero decir que los estadounidenses listos en los estados en los que ganó Trump se mudaron hace tiempo y dejaron los votos electorales repartidos entre las vacas más tontas del rebaño.
Votar a Trump, un millonario conocido básicamente por una trayectoria infame en los negocios, un programa de televisión mediocre y un tono de piel anaranjado, fue un juego que sólo practicaron hombres y mujeres desesperados, idiotas y/o idiotas desesperados. Votar a Trump es el equivalente moderno a intentar mitigar el dolor de la menstruación tomando una aspirina. Si no tienes otra cosa a mano, puedes estar tan desesperado como para hacerlo, pero vas a llenarlo todo de sangre.
Donald Trump es el nuevo estandarte de la idiocracia, un régimen inventado por Mike Judge en la pelicula homónima que, una década después de su estreno, se nos presenta como más real que nunca.
Recordemos su divertida (o trágica) introducción: "A principios del siglo XXI, la evolución estaba a punto de cambiar. La selección natural, el proceso por el cuál los más fuertes, los más listos y los más rápidos se reproducían en número mayor que los demás, un proceso que una vez favoreció los rasgos más nobles del ser humano, comenzó a privilegiar rasgos diferentes. La mayor parte de la ciencia ficción de aquella época predecía un futuro más civilizado e inteligente. Pero a medida que pasaba el tiempo, las cosas comenzaban a dirigirse en la dirección contraria. Un estupidizamiento. ¿Cómo sucedió? La evolución no necesariamente premia la inteligencia. Sin depredadores naturales para adelgazar el rebaño, comenzó simplemente a premiar a quienes se reproducían en número suficiente, y dejar que los inteligentes se convirtieran en una especie en vías de extinción".
Puro populismo
Se llama populismo a cualquier forma de intentar ganar el favor del público ofreciendo soluciones sencillas a problemas complejos. Y Trump es el vendedor definitivo. Todo lo suyo es grande, es magnífico, es idóneo, es bello. Su mujer trofeo y sus hijos trofeo son cosas que demuestran su éxito, al igual que sus torres, sus complejos de golf y sus hoteles.
Durante la campaña, se comprobó que Trump decía una mentira cada tres minutos y, como presidente, diría que ya es el que más ha engañado a su pueblo en la historia en apenas un mes de mandato. Por el amor de Dios, Bush nos parece hoy un estadista y nos pringó en Irak con pruebas falsas...
Imaginad que una eléctrica mintiese como Trump. Que en medio de un apagón dijese que ha producido muchísima luz. Que afirmase que los medios que la critican son enemigos del pueblo. Que defendiese a algunos de sus responsables después de ser descubiertos reuniéndose para pactar precios con miembros de otras eléctricas. Que mintiese acerca del número de personas presentes en sus ruedas de prensa. Que no ofreciese sus cuentas anuales a pesar de estar cotizada. Que pusiese en marcha instalaciones innecesarias y prometiese a sus clientes que no iban a pagarlas ellos, sino los abonados de otra eléctrica en Marruecos. Imaginadlo por un momento y pensad en el tiempo que tardaríais en cargar contra esa eléctrica con cada onza de vuestra influencia como organización.
¿Pensais que todo esto no nos afecta? Todo lo contrario. A poco que busques en Twitter te das cuenta de que empiezan a surgir trumpitos en España. Fanáticos de toda índole que no dejan de repetir sus muletillas para airear sus odios y manías. "¡Sad! ¡Fake newa! ¡Great!". Trump puede hundir a la primera democracia del mundo y provocar un efecto dominó. Puede hacer que otros populistas venzan en Europa, que su semilla de odio y mentiras se extienda y termine por alcanzarnos.
Nigel Farange y su calaña ya han conseguido sacar a Reino Unido del euro. Muchos catalanes escuchan a sus líderes decir mentiras flagrantes como que pueden salir de España y seguir perteneciendo a la UE. Geert Wilders puede ganar las elecciones de marzo. Marine Le Pen podría salir presidenta en mayo por más que haya analistas franceses que afirmen que una cabra tendría más posibilidades de ser elegida en segunda vuelta. Pero Trump ha hecho que lo que parecía imposible hoy sea una alternativa real y una amenaza para nuestro futuro y el de nuestros hijos.
¿Defender a los consumidores? Los consumidores de democracia necesitamos que nos protejan de las mentiras y del populismo. Haced lo que podáis, como lo haremos todos, porque con esto nos jugamos mucho más que con las portabilidades.
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Miguel Ángel Uriondo es periodista de tecnología, telecomunicaciones y empresas. Cofundador de merca2.es.
*La imagen de encabezamiento es de whitehouse.gov (CC BY 3.0).