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Financiar la vareniclina o cómo quedarse a medio gas

Sanidad incluirá un fármaco para dejar de fumar, aunque se olvida de momento de endurecer la ley para acabar con el tabaco antes de que cree la adicción.

Por Lydia López

Por primera vez, el Sistema Nacional de Salud incluirá un medicamento para dejar de fumar, la vareniclina, entre los fármacos que se pueden recetar. Ya lo hizo antes la comunidad de Navarra, pero es a partir de ahora cuando será financiado en todo el país. El Ministerio de Sanidad ha hecho cálculos y asegura que se podrán beneficiar de esta medida, de entrada, unas 70.000 personas. Por ahora no parece estar mal esta incorporación si tenemos en cuenta que la adicción al tabaco provoca, según el propio ministerio, unas 50.000 muertes al año en España.

No obstante, ya avisan los expertos de que por sí solo el medicamento no es efectivo: se debe hacer a la vez terapia supervisada por el médico de familia. Así lo apunta en el diario El País la responsable del Grupo de Tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (Semg), Andrea Gallego: "el fármaco por sí solo no sirve, es necesario que a los pacientes se les prescriba, además de la vareniclina, un tratamiento cognitivo-conductual".

¿Qué hace entonces la vareniclina? Este medicamento actúa en el cerebro simulando los efectos de la nicotina, pero lo hace bloqueando los receptores nicotínicos y segregando una mínima cantidad de dopamina, la sustancia que se asocia al placer. Así el fumador cuando toma estas pastillas no siente tanta recompensa, el cigarrillo no le sabe a nada. La finalidad es que, tras doce semanas de tratamiento, el paciente no tenga tantas ganas de fumar porque ya no le es tan placentero y junto a la terapia, termine dejando definitivamente su adicción al tabaco.

En Navarra los datos durante estos años de financiación han sido positivos según los expertos. Los fumadores han dejado su adicción en un 35-40% de los casos. No obstante, cabría preguntarse si sería mejor para erradicar una adicción como es el tabaquismo el ataque antes de que se cree ese enganche al cigarrillo. Es decir, tomar medidas para ayudar a dejar de fumar y salvar vidas está bien, pero si además se lucha más para prohibir el tabaco y evitar que nuevas personas sean adictas a él, estaremos combatiendo la adicción antes de que cause el daño.

Hace años, cuando desde 2011 se prohibió fumar en establecimientos públicos cerrados y en algunos espacios abiertos como hospitales, parques o centros infantiles, los ciudadanos se echaban las manos a la cabeza. Todo el mundo pensaba que llegaría el caos. Ahora, ocho años más tarde, la gente lo ve normal e incluso se hace impensable que alguien fume dentro de un bar.

Sin embargo, aún queda mucho por hacer para poder respirar aire limpio, o todo lo limpio que la contaminación nos deje. La Ley del Tabaco no se cumple en todos los casos, sobre todo en las terrazas, donde muchos fumadores olvidan qué tipo de disposición de las paredes o paramentos permite darle al mechero y cuáles no.

Pero más allá de los que se saltan la norma, fumar en las terrazas también resulta un problema. Y lo es porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que mueren seis millones de personas cada año por enfermedades relacionadas con el tabaco. De ellas, 600.000 son resultado de los efectos del tabaquismo pasivo. O lo que es lo mismo, una de cada diez muertes relacionadas con el tabaco corresponde a fumadores pasivos. Se debe poner remedio a este tema ya.

La ministra de Salud, María Luisa Carcedo, ha indicado que irán más allá de financiar un medicamento para tratar esta adicción, también se pretende modificar la Ley contra el tabaco. ¿En qué sentido? Según ha comentado, para "dar respuesta al peligro que suponen los nuevos dispositivos que ahora están en el mercado". Esto es, los cigarrillos electrónicos o vapeadores, que son de fácil adquisición y que "son los que usan los más jóvenes y nos preocupa porque es una manera de introducirse en la adicción al tabaco", en palabras de Carcedo.

Y sí, los vapeadores se han extendido como la pólvora en los últimos años y su limitación es más laxa, hasta los mismos fumadores de estos dispositivos no tienen claro dónde pueden hacerlo y dónde no. También es muy necesario que se regulen estos aparatos, evidentemente, pero no olvidemos que la lucha contra el tabaco no debe quedarse a medio gas. Ese cambio normativo del que habla Carcedo debe ir aún más allá, aun si hacerlo pone a las grandes multinacionales del sector en contra.

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Lydia López es periodista y miembro del equipo de redacción de Consumerismo.

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