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Virginia P. Alonso: "El periodismo tiene que tomar partido alguna vez, sobre todo ante las injusticias"

Codirectora de 'Público' desde 2008, la periodista reflexiona sobre los grandes peligros que enfrenta la libertad de información en España en la actualidad.

Por Ángeles Castellano

Presidenta desde 2014 de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información, Virginia Pérez Alonso (Barcelona, 1972) es, junto a Ana Pardo de Vera, directora del diario Público. Antes, recorrió diferentes puestos en las redacciones de medios como Cinco Días, 20 minutos o el diario El Mundo, donde fue adjunta a la Dirección durante un año junto a David Jiménez. Quienes han trabajado con ella la describen como una persona sensata, muy trabajadora y buena compañera. Es de conversación pausada, en la que defiende sin vehemencia posturas muy claras sobre la necesidad del rigor y la ética en un oficio, el periodismo, imprescindible en una democracia sana pero extremadamente denostado y vilipendiado -en buena parte por las malas prácticas de muchos de sus ejercientes- en la España actual. Pese a estar de baja por un accidente de tráfico que le mantiene en una lenta recuperación física, recibe a Consumerismo para tratar sobre los retos del oficio y la situación del medio que codirige.

Codirectora de Público desde 2018, una de las pocas mujeres que ostenta la dirección de un diario estatal. ¿Cómo valoras hasta ahora este periodo profesional? ¿Cómo es estar tan en la primera línea de un medio de ámbito nacional?

A ver, realmente siempre he estado un poco en primera línea, siempre en un segundo plano pero siempre llevando redacciones y gestionando el día a día. Entonces, tampoco hay un cambio sustancial en ese sentido. En lo que sí hay un cambio es en el equipo: he pasado de gestionar redacciones muy grandes a gestionar una redacción pequeñita, creo que estamos en torno a unos 37-38 o así. Eso sí que es un cambio, pero como es gente muy joven y con ganas de hacer muchas cosas, pues la verdad es que es como una novedad y da gusto, porque de pronto te encuentras con que hay acción-reacción, que se pueden hacer muchas cosas nuevas y muchas cosas distintas.

En cuanto a la agenda de Público, ¿influye en algo que haya dos mujeres al frente del medio?

Yo creo que influye en todo, claro. influye desde decidir un poco las líneas estratégicas editoriales del medio. Por ejemplo, nosotras, cuando nos pusimos al frente de Público, decidimos lo que llamamos "las banderas". La mayor parte de ellas ya estaban, porque siempre ha sido un medio progresista, pero lo que hicimos fue significarlas, de alguna forma, ponerlas en negro sobre blanco y decir "estas son nuestras apuestas". Público es un medio de tamaño mediano en audiencia, pero pequeño en redacción. Cuando eres pequeño en redacción, tienes que elegir muy bien qué haces, porque si no, caemos un poco en el común denominador de todos los medios: en la no diferenciación, en tener la misma agenda, en ir a por las mismas cosas... Entonces, es fundamental diferenciarse. Y nosotras, en aquel momento, hicimos las apuestas consideramos que eran en las que nosotras podíamos hacer un buen trabajo.

Ya entonces, por ejemplo, apostamos por el feminismo como un eje axial del periódico. Pero en aquel momento, todavía no había habido #Metoo, todavía no había habido #Cuéntalo. Es decir, que ahora parece afortunadamente que esa debe ser la línea, pero en aquel momento no ocurría. Pero nosotras no hacemos una apuesta por una sección de mujeres, o por una sección de feminismo, sino por que sea una cuestión transversal. Y en eso, la respuesta de la gente del periódico ha sido fabulosa. Todos los redactores tienen un compromiso con esto y te preguntan por fuentes para equilibrar entre mujeres y hombres y si tiene que haber algún exceso, que lo haya por la parte de las mujeres y no de los hombres. En la portada, igual, se intenta que haya una situación de equilibrio entre hombres y mujeres tanto en las fotos como en los textos. Seguramente, esto con un hombre o dos hombres al frente del medio no habría ocurrido.

Pero yo creo que se nota también en muchas otras cosas, en muchos temas que tienen que ver con la gestión diaria. Yo, por ejemplo, al poco de llegar, a uno de los redactores especializado en memoria histórica, que es un tema que yo no había tocado nunca, le llamé para consultarle qué enfoque darle a un tema que había surgido, y me dijo que era la primera vez que alguien le pedía su opinión. La verdad es que siempre trabajo así, pero sí que creo que eso es más femenino que masculino. Es un sistema más colaborativo, creo yo, lo cual no quiere decir que cuando tienes que tomar una decisión pues la tomas y ya está, pero creo que en general sí que tenemos un talante más colaborativo.

¿Crees que hay un efecto cascada, que Público está detonando temas que luego siguen otros medios que pueden tener un impacto incluso mayor?

Absolutamente. Mira, por ejemplo, la memoria histórica. Creo que Público ha sido un medio pionero en todos estos temas y, además, en tomar partido. También pienso que el periodismo tiene que tomar partido en algunos momentos, sobre todo ante las injusticias, y sobre todo en asuntos que están directamente relacionados con derechos humanos o con la violación de derechos humanos. En este sentido, en el tema de la memoria histórica es clarísimo, en temas de feminismo es clarísimo, en temas de cloacas, ni te cuento… Patricia [López] lleva investigando años estos temas y durante mucho tiempo hemos sido los únicos que hemos estado publicando… Bueno, destapando esas cloacas. De hecho, muchas de nuestras informaciones son las que han dado pie a determinadas investigaciones y nuestras propias investigaciones están en sumarios judiciales de causas que están abiertas ahora mismo.

Ahora todo el mundo habla de las cloacas como si fuera la norma, pero nosotros durante muchos años y aún hoy hemos estado muy solos en ese asunto, porque nadie ha dado cobertura a lo que nosotros contábamos. Estábamos solos. Sabíamos que era un tema muy peliagudo, que asusta mucho, pues ya sabemos todas las implicaciones que tiene. Por eso sorprende ver ahora, cuando Villarejo ya está en la cárcel, que todo el mundo investiga las cloacas.

¿Habéis llegado a tener miedo por abordar estos temas? Porque Patricia López, la reportera, ha reconocido alguna vez estar amenazada…

Bueno, a nosotros no nos ha frenado, pero sí que asusta, no te lo voy a negar. La cantidad de querellas que recibimos es bestial. Lo que pasa es que tenemos la suerte de estar en un medio que puede hacer frente a todo eso y que está dispuesto a afrontar todas esas querellas y a que se siga publicando todo aquello que sea necesario publicar siempre que sea periodístico, es decir, que esté contrastado. Pero sí, sí que asusta un poco, porque hay amenazas, presiones Cuando empiezas a adentrarte un poco en todo ese entramado y ves todas las conexiones que hay y demás...

Pero sobre todo, más que miedo a publicar algo gordo, yo te diría que es más un miedo como ciudadana. O sea, de pronto, darte cuenta de que hay un emponzoñamiento a todos los niveles te termina convirtiendo en una persona descreída. Es un poco desesperanzador. Te queda la cosa de decir que, bueno, nuestro papel periodístico es destaparlo, cumplimos una función social en ese sentido, pero por otro lado, siempre te queda la duda de "¿y esto para qué sirve? ¿Esto sirve para algo?".

Imagen: Virginia Pérez Alonso.
Imagen: Virginia Pérez Alonso.

 

Es la misma sensación amarga que queda después de leer el libro El director, escrito por David Jiménez, que gira en torno a su etapa al frente del diario El Mundo. ¿Lo has leído?

Sí, claro.

Tú fuiste adjunta a la Dirección en ese periodo que se narra en el libro. De hecho, se te menciona en numerosas ocasiones. ¿Crees que se ha quedado corto, cómo viviste tú esa experiencia profesional?

A ver, yo creo que es un retrato bastante fidedigno de lo que ocurre no sé si en todos los medios. Lo que él cuenta en el libro y lo que viví en el año que estuve en El Mundo con él yo no lo había vivido a ese nivel en ningún otro sitio, lo cual no quiere decir que no existiera.

También es verdad que El Mundo es un tema muy notorio, y los temas que tocaba El Mundo no son los mismos que los temas que se tocaban en otros medios donde yo había estado antes. ¿Se queda David corto en el libro? Yo no lo creo. Claro, hay mucho. Te pones a pensar y a rebobinar y te sale de todo. Pero yo creo que lo que cuenta es lo que había que contar. Creo que era necesario contarlo y, claro, como decíamos antes, se produce un poco esa pérdida de esperanza. Siempre he pensado que el trabajo periodístico es un trabajo en equipo pero también individual y, al final, lo fundamental es que hayamos personas, que todavía existamos, que intentemos cumplir con la ética, con unos estándares deontológicos altos, con rigor. A lo mejor cada vez somos menos. Yo creo que no, que hay todavía muy buenos periodistas, lo que pasa es que al final, el peso del medio arrastra demasiado en España. Tú aquí preguntas a alguien a qué se dedica y casi nadie te dice "soy periodista", a secas. Te dicen "soy periodista de 'El Mundo'" o "soy periodista de 'El País'". Y a mí esa vinculación tan explícita con el medio me parece que es peligrosa y yo apelo más a ese trabajo individual y de conciencia de cada uno para hacer las cosas como hay que hacerlas.

Bueno, esto tiene que ver también con algo que David Jiménez cuenta en El Director, que es la reacción de los lectores: cómo, cuando él trata de hacer de El Mundo un periódico más riguroso, más objetivo en lo político, hay lectores que se le echan encima por no ser partidista.

Sí, pero el ejercicio de autocrítica es necesario. Yo sí creo que tenemos una ciudadanía demasiado polarizada y que espera encontrar en ciertos medios lo que quiere leer, o lo que quiere que le cuenten, pero esto al final es un problema educativo, estoy absolutamente convencida. Creo que en los colegios se les da una formación a los niños académica, pero no se les da una formación ética suficiente. No se nos enseña que como ciudadanos tenemos derechos, pero también tenemos deberes y uno de ellos es estar bien informado para ejercer bien como ciudadanos. Y esto significa poder votar con un criterio formado y tener un conocimiento de lo que está pasando, y poder exigir a los medios de comunicación que den información. Punto. Y me parece que es un problema endémico en este país, y que no tiene una solución rápida ni fácil. Yo tengo dos hijos que están acabando el colegio y el instituto y veo que la cosa sigue funcionando exactamente igual, y que en las familias la tendencia es a reforzar en los chavales aquello que pensamos los padres. Que es natural, pero por eso es fundamental la figura de los colegios.

Hay un personaje, cuando hablamos de las cloacas, que ha pasado de ser un periodista de prestigio a alguien condenado por inventarse informaciones, etc., que es Eduardo Inda. Alguien que pese a todo lo que se sabe ya sobre sus sucias mañas, sigue estando en las principales tertulias de televisión en este país. ¿No te parece muy representativo del estado del periodismo en España?

Eduardo Inda se ha querellado varias veces contra Público y creo que le hemos ganado siempre, pero a mí es un personaje del que no me gusta hablar. No merece ni siquiera el apelativo de periodista, porque lo que hace no es periodismo, es retorcimiento de la realidad. No es el único, pero él es muy notorio porque está en todos sitios. Pero a ver, en la tele ya sabemos que la audiencia manda y además, Inda es una persona muy bien conectada. Entonces, bueno, habrá intereses de que siga ahí. Y luego, la web que dirige Inda no sería lo que es hoy si no hubiera recibido ese apoyo en forma de espacios públicos permanentes y sería algo insignificante. No lo es, pues algún interés habrá en que eso sea así.

En Público habéis lanzado el Mapa de Transparencia. ¿Qué es y con qué intención se ha puesto en marcha?

Mira, cuando gana Trump las elecciones en EEUU se empieza a hablar de fake news, de noticias falsas, desinformación y demás. Y yo, como presidenta de la Plataforma en Derecho de la Libertad de Expresión (PDLI), organizamos unas jornadas sobre este tema y lanzamos un decálogo de buenas prácticas para todos: periodistas, medios, poderes públicos... Ahí hicimos una investigación, y una de las cosas que demandaban los organismos internacionales, expertos en libertad de información y en combatir la desinformación era la trazabilidad de la información.

Yo me quedé un poco colgada con esto de la trazabilidad y estuve como dos años dándole vueltas para ver cómo podríamos enseñarle al lector el origen y el final, todo el proceso informativo que hay detrás de una noticia, que creo, además, que es la mejor manera al final de combatir la desinformación. Coincidió que justo en ese momento estaba yo entrando en Público y se me ocurrió un proyecto en torno a eso. Se lo presentamos a Google, que nos dio financiación a través del Google Digital News Innovation Fund (Fondo de Innovación en Información Digital), y con eso hicimos el TJ Tool, que es esta herramienta de transparencia, que al final lo que busca es poder combatir la desinformación desde el mismo origen, desde el mismo momento en el que el lector abre una noticia, ya sea de Público o de cualquier medio, porque esto es de código abierto y puede utilizarlo cualquiera.

A través de ese proceso que se le muestra de la información, el lector puede juzgar. Al final, es un ejercicio de transparencia. La transparencia que tanto pedimos a los poderes públicos no nos la aplicamos los periodistas. En otros países, por ejemplo, es obligado para ser un medio de comunicación, y para poder abrir un medio de comunicación, publicitar las estructuras de propiedad del medio. Aquí no es obligatorio, pero claro, no es lo mismo que en tu consejo de administración se sienten empresas del Ibex 35 a que no se sienten estas empresas. Lo lógico es que el lector, cuando accede a una información, sepa, de una forma clara y abierta, quién está detrás del medio y qué es lo que se ha hecho para conseguir esa información.

¿Eso quiere decir que la herramienta de transparencia garantiza que una información es cierta? No. No tiene por qué garantizar que es cierta, pero te explica cómo he llegado a ella. Tú juzga como lector si crees que es una información solvente y demás. Es una herramienta que tiene muchísimo desarrollo, que puede crecer todavía mucho. Hay una gran cantidad de cosas que se le pueden incorporar todavía.

¿Y qué repercusión está teniendo su puesta en marcha?

Está teniendo muy buena repercusión internacional. Aquí, en España, prácticamente nada. Sí que hemos tenido muy buena acogida de colectivos como la Asociación de la Publicidad, el Marketing y la Comunicación digital (IAB), la asociación de la prensa, universidades..., pero no ha habido ningún medio, salvo algunos súper pequeñitos, interesados en incorporar la herramienta. Fuera de España, sin embargo, tenemos como una veintena de peticiones, entre ellas, el equivalente a la Agencia EFE en Portugal: Lo que pasa es que, claro, hay que traducir el código... Hacerlo tiene unas implicaciones complicadas.

En cuantro a la repercusión entre los lectores, recibimos muchas cartas de gente entusiasmada, pero luego, sin embargo, el índice de apertura de la herramienta es muy pequeño. Sí que es cierto que quien abre la herramienta la utiliza durante mucho tiempo, pero realmente hay un porcentaje pequeño de gente que la utiliza. Posiblemente, al final quien llega a una información de Público... Público tiene unos lectores muy fieles, así que posiblemente no siente esa necesidad de intentar comprobar si está bien atada esa información. Y luego, ya sabes cómo son las cosas en este país, el que lee el ABC y va a leer Público lo que va a intentar hacer es tirar una piedra, así que para qué molestarse.

Además de codirectora de Público, como ya has comentado, eres presidenta de la Plataforma en Derecho de la Libertad de Expresión. ¿Por qué es necesario que exista una organización como esta en España?

Bueno, pues porque hoy por hoy es la única organización que vela por que se cumplan los estándares internacionales de libertad de expresión y de información. Es la única asociación que hay en España que está vigilando todo esto y en los últimos años hemos visto muchos abusos y muchas amenazas a la libertad de expresión y de información.

Pese a que quizás debería ser una tarea de las asociaciones de la prensa…

Sí, claro. Bueno, dentro de la PDLI está el sindicato de periodistas, por ejemplo. Y además es parte activa de la plataforma. Pero sí, las asociaciones de la prensa ahora empiezan a entrar un poco, pero de una forma muy templada. El problema es que en cualquier asunto relacionado con derechos humanos, cualquier pérdida es dificilísima de revertir. Dificilísimo. Y aquí, ocurre desde hace años, sobre todo desde que nació la PDLI en 2014. Precisamente nace porque veíamos que se iban a poner en marcha las leyes mordaza e intuíamos que eso iba a suponer una amenaza grave contra la libertad de información y de expresión.

Y al principio nadie nos hacía ni caso, y luego se ha demostrado que efectivamente es así. Todo lo que está pasando con músicos, por ejemplo, o con los juicios por enaltecimiento del terrorismo por tuits, todo eso, no es ley de seguridad ciudadana, no es lo que se ha llamado ley mordaza, pero sí que forma parte del pack de “leyes mordaza” que es la reforma del Código Penal. Esta reforma es la que permite poder condenar o juzgar a un tuitero por escribir una chorrada y condenarlo por enaltecimiento del terrorismo, que es un delito gravísimo. Esto se lleva haciendo desde hace muchos años, lo que pasa es que antes se hacía de otra manera. En toda la etapa del rock radical vasco ya hubo muchos intentos de enjuiciar casos parecidos. Lo que pasa es que ahora, cuando ya no tenemos terrorismo, que se haya multiplicado por cinco el número de procedimientos penales por enaltecimiento del terrorismo nosecuántos años después de que ETA dejara de asesinar es un poco demencial.

Por eso es importante esta asociación. Porque, al final, yo creo que todos damos por sentado que tenemos una serie de derechos adquiridos, que no van a desaparecer nunca. Y no es así, siempre hay que estar vigilantes y reivindicando para que no se pierda ni un ápice de todo esto.

Imagen: Virginia Pérez Alonso.
Imagen: Virginia Pérez Alonso.

 

¿Cuáles son las urgencias en relación a la libertad de expresión e información en España?

Hay bastantes. Nosotros pedimos la derogación inmediata de la ley de seguridad ciudadana, que todavía, aunque hemos tenido un Gobierno socialista en la anterior legislatura, no se ha derogado. No la van a derogar, porque lo que están discutiendo es modificar algunos artículos, pero ni siquiera los han modificado.

Luego, una reforma urgentísima del Código Penal, que se ajuste a estos estándares internacionales que no son más que convenios internacionales de derechos humanos que tiene suscrito España. Es decir, no estamos diciendo nada fuera de lo común. Es que luego viene el Tribunal de Estrasburgo y condena a España repetidamente por un montón de cosas que ya están escritas y que España tiene suscritas.

También el tema de TVE es un tema sangrante. Hay que activar ya todos los procesos de los que se lleva hablando años y hacer una gestión de RTVE al servicio de la ciudadanía, obviamente. Otro tema que nos parece muy urgente es la protección de los denunciantes, de los whistleblowers. Aquí, en España, lejos de proteger al que denuncia, se le persigue, y esto es importante también. Y luego hay varios frentes abiertos: está el tema del copyright, que afectaba mucho a los medios de comunicación o puede llegar a afectar mucho a los medios y a los periodistas. Hay muchos, pero estos creo que son los más urgentes.

Diferentes voces del mundo del periodismo dicen que el Gobierno de Mariano Rajoy ha sido una etapa muy oscura para la libertad de expresión y de información. Claro, quizás habría que abrir un poco el foco y ver cómo su Ejecutivo ha utilizado la democracia, las instituciones, y las ha forzado y violentado, pero en cualquier caso, no sé si, en el caso concreto del periodismo y su libertad para ejercer el oficio se ha notado algún cambio con el cambio de Gobierno...

La sensación que nosotros tenemos es que desde luego, no se ha notado en ninguno de estos asuntos. Hubo algún amago por parte de la nueva fiscal general del Estado: lanzó una circular diciendo, creo recordar, que el enjuiciamiento de determinados delitos tenía que ser proporcionado, medido, tasado, etc, y parecía que aludía directamente a estos temas de enaltecimiento del terrorismo y demás. Pero en el último trimestre de Gobierno lanzó otra circular, en este caso contra los delitos de odio, que fue como un jarro de agua fría, porque básicamente lo que venía a decir es que insultar a un nazi también es un delito de odio.

Este es otro tema importante, los delitos de odio, porque todo el mundo piensa que todo lo que te molesta o te resulta ofensivo puede ser un delito de odio, pero es que esto también está escrito y legislado internacionalmente. Un delito de odio está clarísimo lo que es: es un delito contra minorías, y ya está. Aquí se ha intentado que los delitos de odio sean contra la Guardia Civil, contra la policía, contra la iglesia católica... Entonces, esto sorprendió bastante. Esta última circular de la Fiscalía nos dejó perplejos.

Creo que en general no hay una sensibilidad con este tipo de temas. Desde luego, no la había en el Gobierno de Rajoy. De hecho, había una sensibilidad que era todo lo contrario. Con el Gobierno socialista, hay una especie de dinámica de pasar, pero desde luego prioritario no es.

¿Y en ese sentido crees que hay alguna propuesta de los propios partidos políticos para mejorar la situación?

Sí, yo creo que sí les importa. Cuando te sientas a hablar con ellos sí que es cierto que ves una preocupación, pero tienen un montón de frentes abiertos que al final tienen que afrontar. Un año de legislatura es muy poco tiempo, no da tiempo para hacer prácticamente nada. A mi juicio, el tema de la ley de la seguridad ciudadana y la reforma del Código Penal es urgente, pero yo entiendo también que haya otras prioridades en algunos momentos.

La reforma del Código Penal no la puedes hacer en un año. Es un trabajo que lleva más tiempo. Pero claro, al final, aunque haya partidos más pequeños que sí que están por la labor de modificar estas cosas y que sí que tienen esa prioridad, resulta que están limitados y pueden hacer lo que pueden hacer.

¿Cómo ves la situación de RTVE? ¿Qué reformas crees que necesita para alcanzar el objetivo de independencia y pluralidad (no sólo en sus informativos, sino en toda la programación?

Es un tema de gestión, al final, que tiene que ser absolutamente independiente. Hay fórmulas diferentes. En Alemania, por ejemplo, hay una fórmula que funciona bastante bien. Lo que hizo Zapatero, para nosotros, era una buena manera de imponer una gestión independiente y, de hecho, durante su Gobierno era una cosa bastante aceptable y de una calidad notable. Entonces, al final es una cuestión de gestión pura y, obviamente, de cómo escoges a esos gestores. Y lo que no puede ser es que estemos año tras año con esta pelota, eso debería ser algo intocable. En el momento en que se decide hacerlo de una manera limpia y digamos aséptica, eso ya no debería poder tocarse.

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Los tres de… Virginia Pérez Alonso

Tres películas: Primera plana (Billy Wilder, 1974), La trilogía de Apu (dirigida por Satyajit Ray, 1955-1960) y La cinta blanca (dirigida por Michael Haneke, 2009).

Tres series: The Wire, Show me a hero y Years and Years.

Tres canciones (o discos, u obras musicales): El álbum blanco (The Beatles), Transilvania (Josele Santiago) y Stabat Mater (Pergolesi).

Tres libros: Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967) cualquiera de poemas de Ángel González, y Querido Diego, te abraza Quiela (Elena Ponatiowska, 1978).

Tres referentes: Artemisia Gentileschi, Rosa Campoamor y Maruja Torres.

Tres momentos históricos: La Revolución francesa, la proclamación de la Segunda República y la Constitución de 1031 y la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Tres lugares para visitar: Toda la costa norte de España (cantábrica y Galicia), el Cabo de Gata y Estambul.

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Ángeles Castellano es periodista y miembro del equipo de redacción de Consumerismo.

*La foto de encabezamiento es de Virginia Pérez Alonso.

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