Motor y viajes

Bicicletas para luchar contra la desigualdad de género

El Ayuntamiento de Sevilla invertirá 26.000 euros en fomentar el incremento del uso de este medio de transporte, más saludable y sostenible, entre las que menos lo utilizan: las mujeres.

Por Ángeles Castellano

No hace demasiado fumar, beber, conducir un coche o trabajar como bombero o policía eran actividades exclusivamente masculinas en España. Montar en bicicleta, también. Y aunque hoy se dé por hecho que el acceso a este medio de transporte es igualitario, sigue sin serlo. Según los datos que maneja el Ayuntamiento de Sevilla, actualmente sólo entre el 30 y el 40% de los usuarios de la bicicleta, son mujeres. Para paliar esta situación, disminuir la brecha de género y fomentar una movilidad más sostenible, este organismo ha licitado las condiciones para la adjudicación del proyecto Mujeres en bici por Sevilla, financiado con 26.136 euros, y que consiste fundamentalmente en enseñar a las mujeres de entre 18 y 65 años a montar en bicicleta.

La bicicleta ha sido un elemento emancipador desde los inicios del feminismo. En el siglo XIX, montar en bici fue un símbolo de libertad asociado al movimiento sufragista, entre otros. Los médicos llegaron a inventarse una enfermedad para evitar el acceso de las mujeres a este medio de transporte, con una sintomatología que pasaba por "suprimir o dejar menstruaciones irregulares y terriblemente doloras y quizás sembrar las semillas de futuras enfermedades", según relataba un periódico de 1895, o incluso un peligroso aumento de la libido (que se podía evitar gracias a un modelo específico de sillín, más rígido y sin apenas relleno).

Los límites del decoro o incluso del honor familiar, expresiones como el "niña no te manches" o "te puedes caer", que se pudiera ver la pierna femenina más allá de lo que marcaba la mal llamada decencia, eran elementos que evitaban el uso de la bicicleta por las mujeres y que se han perpetuado hasta hace muy poquito tiempo, por lo que transgredir todos esos límites fue, abiertamente en aquel momento, pero más sutilmente a lo largo de todo el siglo XX, un desafío a la costumbre establecida. Montar en bicicleta se convirtió en una forma de desafiar a la sociedad machista que provocó cambios incluso en la manera de vestir de las mujeres, impulsando, en una primera etapa, el uso de pantalones bombachos fruncidos en la rodilla, y contribuyendo a al uso generalizado del pantalón y otras prendas más cómodas a lo largo del siglo XX.

Imágenes de mujeres ciclistas en 1896 publicadas en la revista Cycling World Illustrated. | Imagen: Oldbkie.eu.
Imágenes de mujeres ciclistas en 1896 publicadas en la revista Cycling World Illustrated. | Imagen: Oldbkie.eu.

 

La movilidad urbana tiene también su brecha de género. Numerosos estudios lo constatan: las mujeres realizan trayectos más cortos que los hombres, normalmente con itinerarios no lineales que incluyen además del desplazamiento al trabajo, recorridos relacionados con actividades sociales que tienen que ver con las tareas domésticas o el cuidado de familiares, y en mayor medida, a través de desplazamientos a pie o en transporte público.

Según esto, el uso de la bicicleta debería ser, también en mayor medida, femenino que masculino, al menos para traslados urbanos como acudir al trabajo. Cierto es que la brecha se reduce: según el Barómetro de la Bicicleta, encuesta realizada por la Dirección General de Tráfico (DGT) junto a la Red de Ciudades por la Bicicleta y presentada en la pasada Cumbre del Clima de Madrid, si bien en 2017 un 59,1% de los hombres reconocían utilizar la bicicleta con "alguna frecuencia" frente al 37,4% de mujeres, en 2019 son las mujeres las que suben en esta categoría, con un 42,8% de usuarias frente al estancamiento de los hombres (58,9%).

Sin embargo, la brecha sigue existiendo. La manera en que las mujeres entienden el espacio de la ciudad, fundamentalmente en lo concerniente a la sensación de seguridad, se puede ver perjudicada si no hay unos buenos mecanismos para interconectar las diferentes zonas por las que se desplaza, como una red de transporte público potente o vías ciclistas seguras y continuas.

Así, los investigadores de la movilidad urbana achacan la falta de uso de la bicicleta por parte de las mujeres, a la seguridad, esto es, a la existencia de carriles bici segregados en las ciudades. Así, Rachel Aldred, investigadora de la Universidad de Westiminster de Londres, una de las personas que más ha investigado sobre movilidad sostenible y brecha de género, declaraba recientemente al diario El País: "Hay una evidencia clara: las mujeres necesitan más la infraestructura protegida que los hombres para moverse en bici. Transport of London, la autoridad de transporte londinense, explica que el 74% de los viajes en bici todavía los hacen hombres. En general, la gente prefiere no correr riesgos, pero hay más hombres que mujeres que aceptan esos riesgos para pedalear sin carril bici. También hay otra brecha de edad: los jóvenes se atreven más a usar la bicicleta entre el tráfico que los mayores. Sin carril bici, tampoco pedalean los niños. Las mujeres, los mayores y los discapacitados están infrarrepresentados en el ciclismo en la ciudad".

Proyecto del Ayuntamiento de Sevilla

El proyecto puesto en marcha por el Ayuntamiento de Sevilla -donde sí existen carriles bici segregados- para seguir contribuyendo a la disminución de la brecha de género contempla una formación teórico- práctica para mujeres de entre 18 y 65 años que, preferentemente, nunca hayan montado en bicicleta, aunque también podrán apuntarse aquellas que hayan olvidado cómo hacerlo o a las que les cueste mantener el equilibrio. El objetivo, según recoge el pliego de condiciones, es aumentar el porcentaje de usuarias de este medio de transporte, que en la actualidad sólo es de entre el 30 y el 40% del total.

El programa está incluido en el plan director de la bicicleta, aprobado por unanimidad por el pleno del Ayuntamiento. Contempla dos cursos por distrito, en espacios seguros y cerrados al tráfico, de diez horas de duración cada uno.

La formación teórica pretende ofrecer conocimientos sobre la relación histórica entre las mujeres y la bicicleta, y cómo empezar a utilizar este medio de transporte impulsó los movimientos emancipadores feministas como el sufragismo, etc durante el siglo XIX. Además, el curso pretende informar sobre la situación de emergencia climática y las ventajas del uso de la bicicleta, así como la importancia del espacio público como espacio de relación ciudadana. También se ofrecerán nociones sobre seguridad vial, cómo circular, y sobre la comprensión de los entornos de las calles y el tráfico, así como sobre el funcionamiento mecánico de la bicicleta, su mantenimiento y las infraestructuras del transporte público de la ciudad de Sevilla.

Por otro lado, la parte práctica de la formación tiene como objetivo que las participantes consigan mantener el equilibrio dinámico sobre la bicicleta, saber arrancar y frenar con precisión y seguridad, hacer giros básicos y complicados, usar adecuadamente las velocidades y marchas, mirar a ambos lados y hacia detrás sin torcer la dirección, señalizar maniobras, saber guardar el control de distancias con obstáculos fijos y móviles y ponerse en pie sobre la bici y subir cuestas.

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