La crisis del coronavirus supone también una oportunidad para iniciar los pasos hacia el cambio del sistema de producción actual que agota recursos y genera residuos continuamente, por una economía circular en la que el consumidor debe ser consciente de su papel protagonista en la revolución circular.
Desde hace siglos, nuestras economías han desarrollado un patrón de crecimiento sustentado en la secuencia de fabricar, consumir y eliminar. Un modelo lineal basado en la hipótesis de la abundancia, disponibilidad, facilidad de obtención y eliminación barata de los recursos. Pero la realidad es que vivimos en un mundo con recursos limitados, en el que la demanda y la competencia por unos recursos finitos y a veces escasos seguirán creciendo. Mientras la presión sobre los bienes se acentúa, la degradación y fragilidad del medio ambiente aumenta, por lo que es urgente mejorar el aprovechamiento de lo que tenemos.
"La economía circular es un concepto económico que se incluye en el marco del desarrollo sostenible y cuyo objetivo es la producción de bienes y servicios al tiempo que reduce el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y fuentes de energía. Se trata de implementar una nueva economía, circular –no lineal-, basada en el principio de cerrar el ciclo de vida de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía", explica Daniel García, ambientólogo experto en economía circular que recorre el territorio nacional dando cursos y talleres para explicar a ayuntamientos, mancomunidades y otras instituciones públicas y privadas cómo pueden incorporar este concepto en la práctica en su actividad.
La transición a una economía más circular exige la introducción de cambios en todas las cadenas de valor, desde cómo se diseñan los productos hasta el desarrollo de nuevos modelos de gestión y de mercado. En lo que respecta al final de la cadena actual, los residuos, se trata de convertirlos de nuevo en productos y que nunca salgan de la cadena productiva o, al menos, se minimicen al máximo los desechos. Esto, por supuesto, va directamente relacionado con una nueva forma de comportamiento de los consumidores.
De esta forma, la revolución de la economía circular implica un cambio completo del sistema de producción, de consumo y hasta social que tenemos en la actualidad. La economía circular afecta así no sólo a las tecnologías, sino también en la organización, la sociedad, los métodos de financiación y a las políticas. Quizás, esta parada económica provocada por el Covid-19 sea la oportunidad para arrancar en una economía más ecosistémica, más circular. Por lo pronto, está sirviendo para que muchas familias sean conscientes de sus necesidades reales de consumo y la generación de residuos que producen.
La economía circular en Europa
En 2015, la Comisión Europea adoptó un plan de acción para contribuir a acelerar la transición de Europa hacia una economía circular, impulsar la competitividad mundial, promover el crecimiento económico sostenible y generar nuevos puestos de trabajo.
El plan de acción establece 54 medidas para "cerrar el círculo" del ciclo de vida de los productos: de la producción y el consumo a la gestión de residuos y el mercado de materias primas secundarias. También determina cinco sectores prioritarios para acelerar la transición a lo largo de sus cadenas de valor (plásticos, residuos alimentarios, materias primas críticas, construcción y demolición, biomasa y biomateriales).
El marco legislativo revisado sobre residuos que entró en vigor en julio de 2018 establece objetivos claros para la reducción de residuos y establece un camino ambicioso y creíble a largo plazo para la gestión y el reciclaje de residuos. Los elementos clave de la propuesta revisada de residuos incluyen:
- Un objetivo común de la Unión Europea (UE) para reciclar el 65% de los residuos municipales para 2035.
- Un objetivo común de la UE para reciclar el 70% de los residuos de envases para 2030.
- También hay objetivos de reciclaje para materiales de embalaje específicos: papel y cartón, 85%; metales ferrosos, 80%; aluminio, 60%; vidrio, 75%; plástico, 55%; y madera, 30%.
- Un objetivo vinculante de vertedero para reducir el vertido a un máximo del 10% de los residuos municipales para 2035.
- Las obligaciones de recogida selectiva se fortalecen y se extienden a los desechos domésticos peligrosos (para finales de 2022), los desechos biológicos (para finales de 2023) y los textiles (para finales de 2025).
- Se establecen requisitos mínimos para los esquemas de responsabilidad extendida del productor para mejorar su gobernanza y eficiencia de costes.
-Los objetivos de prevención se refuerzan significativamente, en particular, exigiendo a los Estados miembro que tomen medidas específicas para abordar el desperdicio de alimentos y la basura marina como contribución para cumplir los compromisos de la UE con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Aprovechamiento de los recursos
Los últimos datos recabados por el Eurostat muestran que, durante 2014, en la Unión Europea se generaron 2.502 millones de toneladas de residuos, de los que únicamente se reaprovecharon 900 millones, un 36%. En cuanto a la tasa de reciclado por Estado existen grandes diferencias, variando desde el 80% en algunas zonas y menos del 5% en otras.
En el caso de España, según la misma fuente estadística, se generaron 110,5 millones de toneladas de residuos en 2015 y se reciclaron aproximadamente el 30% de los residuos generados, todavía por debajo de la media europea (36%), lo que significa que se está desaprovechando gran parte de los recursos en un contexto internacional en el que las materias primas cada vez son más escasas y caras.
Se estima que, hasta 2030, la economía circular puede generar un beneficio de 1,8 billones de euros en el conjunto de la Unión Europea, lo que supone 0,9 billones más que el actual modelo de economía lineal. La Comisión Europea, asimismo, calcula un ahorro en materias primas por parte de la industria de 600.000 millones de euros (un 8% de la facturación anual de la UE en 2015) y que la creación de empleo represente en torno a 580.000 nuevos puestos de trabajo asociados al nuevo modelo, de los que un 30% se encuentra asociado al pleno cumplimiento de la normativa comunitaria en materia de residuos y a la ecoinnovación.
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Ricardo Gamaza es periodista y divulgador agroambiental.