No hace falta decir que 2020 ha sido un año fatídico y adverso. Muchos de nuestros derechos han sido limitados a favor de un indudable interés común que nos ha ayudado a empezar a ver el principio del fin de esta pandemia, lo cual va a configurar este año que acaba como una maldita pesadilla apocalíptica más propia de una sesión de cine de serie B que de una comedia agridulce más parecida a lo que vivimos en el día a día. Y no deja de ser curioso que una de las películas que venga marcar un antes y un después en estos momentos tan desapacible, no deje de ser a) una película de superhéroes, b) que realza el denostado papel de la mujer en el mundo y c) nos remite a una época inocente e irremediablemente hortera como era la de los principios de los 80. Evidentemente estoy hablando de Wonder Woman 1984.
No hace cuestionar las presuntas “maravillas” de la mujer que encabeza el título de la obra, pero no puede llegar quizás en un mejor momento donde más que nunca necesitamos echar la vista atrás, valorar lo bueno que tuvimos, recuperar algo de la inocencia que perdimos y mirar al futuro con esperanza después del calibre que han adoptado los hechos recientes.
Y es que tanto la figura de Wonder Woman como el año 1984 hacen referencia a la necesidad que tenemos en nuestras vidas de conocer la verdad. La auténtica verdad. La verdad verdadera como diríamos los que éramos unos chavales en 1984. Y es que es imposible no evocar con esa cifra a una de las obras cumbres de la literatura universal: el famoso libro 1984 de George Orwell que trajo a nuestras vidas el concepto del Gran Hermano que todo lo ve, todo lo controla y a todos nos condiciona. Y la verdad era tan sustancial en esa novela, que incluso en ella se nos describe un organismo dedicado exclusivamente a controlar este paradigma: el Ministerio de la Verdad.
Mientras tanto, el Ministerio de la Verdad se dedicaba a gestionar las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes. Todo ello con el único propósito de reescribir el pasado, y de que todos los ciudadanos pudieran doblepensar, es decir, conocer lo que pasó pero ocultar sus opiniones verdaderas en pos de sacrificarlas para que toda la sociedad tuviera un pensamiento similar y no se generasen trifulcas en contra de lo que hubiera establecido el Gobierno como la verdad oficial.
Sin embargo, en la mitología de Wonder Woman, la verdad adopta un cariz aún más especial. El arma principal de la mujer maravilla no es un látigo al uso como el que usa Indiana Jones o incluso su mítico avión invisible que aparece en una breve escena de la película mencionada; el arma esencial de la amazona no es otro que el lazo de Hestia o lazo de la verdad, cuyo poder esencial es que toda persona que sea atada por el lazo tenga que confesar lo que piensa y sea absolutamente incapaz de mentir. Y este capacidad de la amazona no es baladí. Su creador, el doctor William Moulton Marston (más conocido como Charles Marston) era además de historietista, psicólogo, teórico e inventor, y uno de sus inventos más icónicos no fue otro que el polígrafo o máquina de la verdad, esa cacharro que vemos tantas veces en programas de Telecinco y similares para que la audiencia pueda conocer si uno de sus personajes que se pasean por sus platós están mintiendo en sus declaraciones o no.
En una era en la que estamos viviendo repleta de noticias falsas, desinformación, derechos al olvido mal entendidos y, especialmente de falta de transparencia, en un momento en el que la posibilidad que nos brindan los medios de comunicación y en especial la independencia y el altavoz de las redes sociales, no deja de ser paradójico que necesitemos un lazo de la verdad que nos ayude a combatir los trolls y los ministerios de la verdad, que sólo hacen engañarnos con bulerías y cantos de sirenas. A partir de 2021, la Unión Europea va a considerar responsables a las plataformas digitales que permiten la comisión de ilícitos similares por sus usuarios. El problema es que no sabemos, si un Facebook, un Twitter o un Google, va a actuar más como una creación de Marston o de Orwell. Que el Gran Hermano nos coja confesados. ¡Feliz 2021!
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Jesús Acevedo es abogado y mediador.
*La foto de encabezamiento es de DC Films.