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El poder de un titular

Alexandria Osorio-Cortez, puertorriqueña, del Bronx, es la mujer más joven en ganar un puesto en el Congreso de Estados Unidos y no tiene casa.

Por Marian Díaz

El 6 de noviembre, Alexandria Ocasio-Cortez, sin apenas experiencia en política, consiguió dar una vuelta a la historia de Estados Unidos convirtiéndose en la congresista más joven. El impulsor fue su hermano menor, que decidió dos años antes enviar su candidatura a un grupo afín al aspirante a liderar el Partido Demócrata, Bernie Sanders.

Atrás dejó su trabajo en la taquería de su barrio para enfundarse un par de zapatos cómodos, llamar a todas las puertas y dar comienzo a una campaña totalmente millennial, creada y realizada cien por cien en las redes sociales, que la llevó, contra todo pronóstico, a vencer al representante demócrata del distrito 14 de Nueva York en las primarias del 2018.

Contraria a algunas ideas de su propio partido, ha apoyado públicamente políticas como el seguro médico para los ciudadanos, la universidad gratuita o la eliminación del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, hecho que le supuso ser la líder oficiosa de un grupo de candidatas latinas conocido como las insurgentes y a enfrentarse con éxito al establishment del partido demócrata.

Pero semanas después de su elección, aparece en los medios de comunicación, que Alexandria no tiene casa para vivir en su nuevo destino, ya que no tenía los recursos suficientes, a pesar de sus ahorros, para costearse una vivienda en Washington.

Ocasio-Cortez, que logró captar la atención de una ciudad como Nueva York, con posters retros, amarillos y bilingües, se enfrentaba a un nuevo reto, comenzar su nuevo trabajo, sin los recursos necesarios para poder vivir dignamente.

Aunque este hecho, y a pesar que las comparaciones en algunos casos no son buenas, nos lleva a pensar en la situación de muchos jóvenes y no tan jóvenes de nuestro país que no pueden acceder a una vivienda digna, que a pesar de estar desarrollando, en el mejor de los casos, su carrera, no pueden tener una vivienda de calidad, subsistiendo en habitáculos precarios y con contratos totalmente leoninos que no protegen precisamente al más débil. Personas que no pueden vivir en su ciudad, miles de ciudadanos que trabajan en grandes urbes como Madrid o Barcelona pero no pueden habitar en ella, vecinos que mantienen estoicamente sus viviendas ante los continuos ataques de las grandes empresas.

Por poner un ejemplo, la ciudad de Madrid se ha convertido en los últimos años en el principal objetivo del sector inmobiliario transformado en pseudoempresas hoteleras que realizan sus transacciones en un marco con bastantes lagunas legislativas.

Hace falta mejorar la regulación existente, pero sin duda, realmente se necesitan políticas cuyo único interés sea la ciudadanía, sea del color que sea y políticos que trabajen para eso mismo no para beneficios oscurantistas.

Además, en una sociedad como la nuestra, es imprescindible organizaciones que denuncien y critiquen públicamente cuando sus representantes no están realizando su trabajo y ayuden así, a construir una sociedad crítica y reivindicativa.

En el caso de Alexandria su equipo aclaró que la situación no era tan alarmante, pero aquí sí, aquí tenemos que acabar con los desahucios invisibles, hay que defender nuestro derecho a tener una vivienda digna, de calidad y para todos, siendo éste un objetivo en nuestra lucha contra los abusos dentro del movimiento consumerista.

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Marian Díaz es presidenta de FACUA Madrid.

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