Licenciado en Psicología por la Universidad de Oviedo, conversador de verbo fácil y afilado, simpático y accesible, Edu Galán (Oviedo, 1980) es conocido por ser uno de los editores y creadores de la revista satírica mensual Mongolia, en la que tratan de reírse y poner el foco sobre los asuntos más turbios de una actualidad que en ocasiones pasa por encima de la ciudadanía sin tiempo casi de reflexionar sobre ella. Antes de eso, trabajó como crítico de cine y cultural, y además de en los shows en vivo que ha creado junto a Darío Adanti, otro de los fundadores de Mongolia, en torno a los contenidos de la revista, ha producido (junto al músico Fran Nixon y el escritor y director de cine David Trueba) el documental sobre la vida del músico Salir de casa de David Trueba, y la película Tiempo después, de José Luis Cuerda (la continuación de Amanece que no es poco, una de las obras cumbre del humor en el cine, hoy casi considerada de culto por muchos), que se estrenó en 2018. Para poder hacerlo, unió esfuerzos a otros cómicos como Berto Romero y Andreu Buenafuente, el actor Arturo Valls y el productor Félix Tusell, una unión que dio lugar al grupo La Turba, que empezó con reuniones en torno a una mesa, comida y bebida, y que finalmente logró sacar adelante el proyecto. Una foto del grupo, de hecho, preside su perfil en Twitter.
Galán, para hablar de sátira, límites del humor o las cosas que no tienen gracia, salpica la conversación con expresiones como "la ficción es el único sitio verdaderamente libre que tenemos" o "Como vamos a palmar, todo es comedia", pero no esconde, tras ellas, su compromiso con la realidad que le rodea. Conversador afable, cierra la entrevista con una frase impropia de alguien con una ocupación como la suya: "Espero no haberte dado mucho la vara, yo siempre pido disculpas al final de las entrevistas".
Revista Mongolia se edita desde 2012. ¿Qué os llevó a crearla, de dónde surge la idea de hacerla?
Nosotros empezamos en 2012, en marzo, ya son siete años. A Fernando Rapa, el creador de Mongolia, se le ocurre esta idea muy chiflada de empezar una revista que tuviese tres cuartos de sátira y un cuarto de noticias reales. A partir de ahí nos juntamos con Darío Adanti y con Pere Rusiñol. Darío, Rapa y yo somos los editores de la parte satírica y Pere Rusiñol es responsable de la parte periodística. A partir de esto montamos una revista, que en principio yo creo que era buena, pero ahora creo que es muchísimo mejor, por el ejercicio, conocer a nuestros lectores y luego ampliar, que es una idea que teníamos clara desde el principio. Mongolia no es una revista sólo, la revista es la base, pero queríamos que tuviese expresiones teatrales como los shows que hemos hecho y el que estamos haciendo, Mongolia sobre hielo, libros o ahora últimamente que tenemos la suerte de tener un espacio en televisión en Al Rojo Vivo con Antonio García Ferreras. Nosotros como creadores de sátira tratamos de adaptar un mismo tono en diferentes formatos y estamos en un momento yo creo que muy feliz de Mongolia, porque vemos que el proyecto ya es redondito. Lo único que nos queda ya es sacar una línea de caramelos mojados en droga, para que sean más adictivos que sólo con el azúcar. En exclusiva te doy nuestro próximo proyecto (risas).
No deja de ser paradójico que, ahora que parece que es más difícil hacer humor que en otros años, a Mongolia le esté yendo tan bien. Supongo que hay mucha necesidad de reírnos de todo un poco, ¿no?
Bueno, no se nos puede olvidar que la revista satírica El Papus cerró porque le pusieron una bomba, en el año 78. Y luego en los años 80 sí que existía una reacción virulenta contra los 40 años previos, digámoslo así, pero era una época peligrosa con la ultraderecha pegando tiros, ETA y demás. Pero lo que sí tengo muy claro es que en estos últimos diez años y especialmente en este momento, al igual que existe una acción, por la aparición de las leyes mordaza, por el ascenso de esta ultraderecha casposa y asquerosa o por el conservadurismo políticamente correcto de la izquierda, hay una reacción, yo creo, por lo menos no sé si a gran escala, no creo que nosotros seamos gran escala, pero sí a la escala nuestra, de lectores que se revelan un poco a esto, que se revelan al peligro de la ultraderecha y a esta cosa de una izquierda de querer monopolizar y uniformar las ficciones, que debería ser, de hecho es, el único sitio verdaderamente libre que tenemos. A mí te juro que me encanta matar gente en la ficción, me encanta. Pero no voy matando gente en la vida real. Esta cosa que suena tan sencilla, y estoy siendo muy burdo en mi explicación, no se entiende actualmente. Y a nosotros nos encantaría contribuir un poco a aumentar el espíritu crítico de nuestros lectores para que empiecen a entender que la libertad de expresión está incluso para las cosas que no nos gustan y que tengan muy en cuenta la contradicción también y por supuesto que no estén de acuerdo el 100% de las cosas que publicamos. Esto a mí me parece absolutamente esencial. Yo leo tanto periódicos de una ideología como de otra, y lo que veo, debido a la dictadura esta del click, es que se han rendido ante sus lectores, que para mí eso es como si el profesor se rinde ante sus alumnos y les empieza a decir todo lo que quieren oír. No estamos para eso. No te digo que en el editorial y en otro 90% tus lectores sigan eso, pero decirles que sí siempre, creas lectores malcriados.
¿Y viene de ahí quizás la idea de incluir esta parte de Reality News, que es completamente informativa e incluso de investigación en la revista Mongolia?
También. Yo hablo de que lo hacemos en la parte de la sátira, pero en la parte periodística también. Reality News tiene una parte de investigación, otra parte en la que se resaltan obras que se acaban de publicar y juega también a eso. Y luego, de vez en cuando, Pere o el colaborador que él decida hace una cosa muy estupenda que se llama análisis de medios. De hecho sacamos un librito que se llama Papel Mojado en este sentido. A nivel usuario, esta sección hace lo que creo que los lectores deberíamos hacer, aunque requiere de un esfuerzo, que es saber de la propiedad de los medios, por qué se enfoca una noticia así, quién es este periodista que te está contando, no a nivel personal, sino qué ideología desenvuelve… Para que no te pillen, básicamente, porque es que además, de lo que no nos damos cuenta es que, ahora mismo, al menos yo lo veo en toda la gente que me rodea, es que vivimos casi sin darnos cuenta inmersos en la información. Estamos 24 horas con Twitter, con las noticias de la tele… Y la recibimos, pues eso, como los cerdos reciben las bellotas, a granel. Y estaría bien tratar de educarnos en este sentido, y ser un poco autodidactas, en la mierda que nos comemos.
¿Cómo eligen los asuntos que aparecen en Mongolia? ¿Cuál es la intención detrás de las portadas (me refiero en concreto, es la actualidad quién las define)?
Lo que tiene la sátira, frente al humor, es que la sátira utiliza el humor pero no tiene que ser humorística. Es decir, yo que sé, recuerdo una portada después de los atentados de Londres, que eran los Beatles en Abbey Road atropellados por una furgoneta. Eso no es exactamente humor, mola porque los Beatles salían volando, pero no es un chiste, sino que tiene más de siniestro, tiene el simbolismo de que los fanáticos religiosos van siempre a por la cultura… La sátira lo que tiene es que utiliza el humor pero llega a ser un poco moral, en el sentido de decir lo que está bien, lo que está mal, y colocarse en una situación superior al lector. En ese sentido es como pensamos primero las portadas, en actualidad sobre todo, porque sales una vez al mes y tratas de estar pegado a la actualidad. Es que claro, nosotros vivimos pegados al siglo XX, cerramos la revista el martes pero los 30.000 ejemplares llegan a los quioscos los viernes, y entonces tienes que calcular que el viernes no se te haya caducado. Pero claro, tratas siempre de que tenga un mensaje digamos político, una crítica social, y que el diseño esté perfecto, que siempre tenga una misma línea, porque yo creo que tenemos la revista satírica mejor diseñada, Rapa es un genio y las portadas las trabajamos mucho, de hecho hemos ganado muchos premios de diseño porque en las portadas es para nosotros muy importante la forma, cómo lo planteas. Entonces pues eso, que tenga un mensaje político, que tenga actualidad y que la forma vaya un poco con el fondo. A veces lo conseguimos y a veces no. El talento no todos los días suena, pero yo creo que las últimas portadas han quedado especialmente bien.
No una portada, sino uno de los carteles que más repercusión ha tenido es el de Ortega Cano...
Ah sí, ese personaje. Por lo que nos condenan, aunque la sentencia aún no es firme, es por un cartel que hicimos para un espectáculo en Cartagena. A mí me da vergüenza ese cartel, si ya te he dicho cómo hacemos las portadas, pues realmente ese cartel es cómo no hacerlas, porque fue una cosa que hicimos a toda prisa porque habíamos tenido un problema con un cartel que habíamos hecho con la Virgen de la Caridad, por lo que decidimos sustituirlo por uno que no moleste a nadie. Y en 20 minutos hicimos el de Ortega Cano, que nos ha traído muchos más problemas que el de la Virgen, realmente y es un chiste horrible. En este momento estamos en esta cosa alucinante de estar metidos en un proceso judicial, algo que yo nunca había vivido. Nos han condenado en primera instancia y en la Audiencia Provincial y hemos recurrido al Supremo, gracias a unos lectores maravillosos que nos han ayudado a afrontar a través de crowdfunding los gastos de los abogados. Llevamos gastados alrededor de 20.000 euros entre abogados y procuradores, que es una figura que yo he descubierto ahora y que me encantaría ser, porque, con todo el respeto, ir de un lado a otro a llevar papeles y cobrar me parece maravilloso. Si nos condenasen en el Supremo vamos a recurrir hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos porque, nunca mejor dicho, lo de Ortega Cano nos ha parecido un atropello.
Supongo que haciendo sátira de la Iglesia, la Corona y otras altas instancias no sé si la denuncia de Ortega Cano es la que más os ha sorprendido...
La Iglesia nos ha intentado denunciar varias veces, pero con la suerte o con la mala suerte porque yo a veces casi tengo ganas de encontrármelos en un juzgado, de que no han sido admitidas a trámite. Pero a mí lo que me sorprende muchas veces es la poca autocrítica sobre todo cuando hacemos sátira de los partidos o sobre todo de las ideas de izquierda o de la ejecución de las ideas, porque muchas veces del dicho al hecho hay un trecho. Por ejemplo, yo qué sé, nosotros somos cientifistas y somos escépticos, creemos en la razón y últimamente, que de pronto critiques a los antivacunas y aparezca gente diciendo que no se esperaba esto de ti, porque las grandes farmacéuticas imponen sus intereses, y entras en su perfil de redes sociales y cumple digamos canónicamente las ideas de izquierda, y de pronto ves que es antivacunas… Qué cojones te pasa por la puta cabeza. (risas) Esa es una expresión que cada vez repito más: qué cojones te pasa por la puta cabeza para hacer esto, qué cojones te pasa por la puta cabeza para ir a que Cayetana Álvarez de Toledo te firme una Constitución… Yo es que vivo perplejo. Entonces claro, por mucho que eso nos pueda hacer perder lectores, te juro que me da igual. Yo a los antivacunas no los quiero como lectores, me da exactamente igual que compartan el otro 80% de ideas de la revista, no los quiero, porque es un peligro para la salud pública.
En FACUA a veces nos pasa cuando denunciamos la homeopatía...
Sí sí, sí, también pasa con la homeopatía, pero los antivacunas me parecen más peligrosos porque estamos hablando de un asunto de salud pública. Pero la homeopatía está instaladísima y luego claro, vosotros desde vuestra perspectiva como organización de consumidores, pues más, es que es un fraude total. Me alegro mucho que por fin este Gobierno, con Pedro Duque y demás, hayan tomado medidas, porque es increíble cómo engañan a la pobre gente.
Uno de los colectivos que más denuncia a los cómicos actualmente es el de los ultras católicos. He leído que estos grupos en realidad presentan las denuncias a sabiendas de que no van a prosperar, con la intención de usar el mero hecho de presentarlas para decir en público que está aumentando el anticlericalismo...
Claro, es que ellos tienen que estar constantemente buscando un enemigo. Las religiones viven no tanto de su dios sino de los que están contra su dios. En todas. Pero en el catolicismo está muy extendida esta idea clásica, y lo repiten mucho además, de que son perseguidos como en la época de los romanos, tócate… Tócate con respeto el coño. Entonces claro, esto es lo que dicen ellos y siempre utilizan ejemplos del extranjero, persecuciones de las minorías cristianas en el mundo… Están perseguidísimos, sí, se les ve súper nerviosos y en España sobre todo. En España, que vivimos, especialmente cuando gobierna la derecha, en una nación nacionalcatólica, con un tufillo… Nosotros en la revista estamos publicando unas historias de la iglesia católica y ves la cantidad de privilegios, hemos publicado este mes cómo los próceres de la patria catalana ocultaron y dilataron las denuncias de abusos sexuales de Montserrat, y las dilataron por el bien de la nación catalana. Es que esto… Esto es de paredón. Y la tolerancia que tuvo España, el Gobierno español, con la iglesia católica, es absolutamente criminal, tanto en los casos de abusos sexuales, como en el IBI, como en esos obispos que se empeñan en extender la homofobia, el machismo, se dedican a predicar el voto… Para mí son un peligro y espero que algún gobierno se arremangue y empiece a meter mano, porque a mí me parece fenomenal que la gente quiera tener una religión, pero en tu casa. Las chifladuras, que yo también las tengo, en tu casa. Y siempre juegan a esto de las organizaciones caritativas… Yo es que claro, aspiro a vivir en un Estado donde hay justicia social y no caridad, que luego es una caridad a cambio de algo. La caridad católica -se me acaba de ocurrir pero es muy afortunado esto que te voy a decir-, la caridad católica es como el Spotify gratis, es decir, por cada canción te mete un anuncio. Es así, por eso lo hacen. No porque sean buenas personas, que no lo son, sino porque te pueden meter un anuncio de vez en cuando e ir convirtiendo gente.
Y en ese sentido, vuestro nuevo libro, La biblia negra de Mongolia (Reservoir, 2019) es como un monográfico de sátiras, ¿no?
Se nos ha quedado corto el libro, hemos recopilado muchísima documentación, no queríamos centrarnos solo en la religión católica porque sería una tontería, hay más que la religión católica, nos parecía que había que hacer una sátira muy brutal en contra de todas las religiones. Hay tal cantidad de material de tantas creencias absurdas para reírse de ellas que, claro, el libro nos salió solo. Y estamos muy contentos porque en menos de una semana estamos en segunda edición y está funcionando muy bien, hemos estado en San Jordi y está funcionando cojonudamente bien. No solamente va contra el catolicismo y contra la religión musulmana, que en sus versiones más radicales es un peligro para la libertad, sino cómo no, contra las nuevas religiones new age que gustan tanto en una parte de la izquierda: la de los chacras, las energías, el budismo… Que son buenísimos, pero el Dalai Lama también escondió abusos sexuales dentro del budismo. Son buenísimos todos, pero rascas un poquito, descorres una cortina, y se están follando un niño. Es increíble.
La revista ha dado lugar también a un musical. No es una relación muy común, que una revista derive en un show en vivo. ¿Cómo es el espectáculo?
Bueno, es un falso musical porque no tiene canciones, pero bueno, hacíamos una reflexión de por qué podemos llamar a esto musical aunque no tenga canciones si en este país llaman a esto democracia. Las palabras ya no valen para nada, son engañosas, de pronto Vox son políticamente incorrectos… Entonces, como las palabras están tan desmerecidas, queríamos hacer esa reflexión de que se podía hacer un musical sin música combinando sketches sobre la actualidad, desde la monarquía hasta cualquier cosa, teníamos ahí un contenedor de temas importante. Teníamos una sección que era Yihadistas por el mundo, un programa que venía a decir que quién va a saber mejor los vuelos baratos que hay que un yihadista que va a cometer un atentado. Y ahora estamos haciendo un nuevo espectáculo que se llama Mongolia sobre hielo, que entenderás que tampoco es un espectáculo sobre hielo. Es un circo donde Darío y yo interpretamos a los dueños, hacemos de nosotros mismos pero un poco exagerados, y somos empresarios de izquierdas y luego también hacemos de los dos obreros que son de derechas y son felices en el circo. Entonces a partir de ese juego y de esos sketches que van saliendo (como uno que dice por qué la derecha siempre se une y la izquierda siempre se separa, otro de los nacionalismos)… Pues a partir de eso se engarza una especie de show de variedades con mucho vídeo, mucha locura, que está funcionando muy bien y está gustando mucho. El musical era una sátira contra la derecha y este nos ha quedado un poco más contra la izquierda.
Creo que hubo una ocasión en Valencia que estuvisteis a punto de cancelar el show por las amenazas. ¿Llegasteis a tener miedo?
No, no, no, no, yo no, yo ya estar rodeado de policía ya lo había vivido cuando tenía 15 años, para mí entonces era como coger el autobús. No me dio ningún miedo, nosotros teníamos claro que íbamos a ir, teníamos claro que no íbamos a suspender, no nos va a marcar la agenda un grupúsculo de impresentables, porque son cuatro además, que se jactaron de haber comprado la entrada para tirar bombas de humo sobre la gente y demás, unas cosas anormales directamente. En un primer momento que el Ayuntamiento no garantizó la seguridad dijimos que no íbamos a ir, pero inmediatamente, todo hay que decirlo, la Delegación de Gobierno actuó a toda velocidad y nos protegieron y claro, los ultras ya no vinieron, porque claro, eso ya acojona. Lo único que fue raro ese día fue el nerviosismo de la gente, se nota, porque como ya has hecho el show muchas veces sabes cuándo se van a reír y ellos se reían tarde, es que no es una situación normal que te cacheen a la entrada.
Se habla mucho de la falta de mujeres en el humor. A veces a las mujeres nos cuesta reírnos de determinados chistes, ¿es porque los hacen los hombres?
Dentro de lo malo, yo creo que dentro del humor, y se nos olvida y creo que es injusto porque muchas veces se dicen las cosas muy alegremente y esto viene de muy atrás. Clásicamente en España, y especialmente en los años 60 y 70, hubo bastantes mujeres haciendo comedia que fueron muy, muy importantes. Lina Morgan fue la empresaria más importante de Madrid, directamente. La pobre tuvo una vida amargada por su sexualidad, pero tuvo hasta un teatro, era multimillonaria. Mary Santpere, Conchita Montes, Imperio Argentina, que también hacía humor… Dentro de lo malo, de cómo estaban en otros sectores, en el humor sí había grandes nombres de mujer. Donde sí es cierto que yo veo que se arrancó con pocas mujeres, sólo estaba Eva Hache, fue el arranque de esta exportación que se hizo de EE UU que en España no se hacía hasta principios de los 90, que es el monólogo. Tiene que ver con que no había una tradición en el teatro, pero también que para las mujeres es mucho más difícil reírse de sí mismas por los condicionantes sociales. ¿Cómo te vas a reír de ti misma al mismo nivel que un hombre si te están diciendo constantemente en la publicidad que tienes que ser guapísima y perfecta? Es que es imposible, es que pedimos a veces peras al olmo. Yo veo mucho la tele, y están todo el puto día machacando… De hecho, te tengo que decir que Telecinco es la cadena más feminista que hay en ese sentido, porque hay mujeres de todo tipo, tienes en Sálvame mujeres mayores, mujeres jóvenes… De todo tipo. Pero esto es la excepción, normalmente a la mujer se le pide una perfección que no se le pide al hombre. Cómo se le va a pedir además que se ría de sí misma. Pero creo, por lo que estoy viendo, que esto está cambiando. Gracias a la labor de canales como Comedy Central, que ha hecho ahora un especial de Cómicas, hay varias, Susi Caramelo, mi chica –Marta Flich-, hay varias que están entrando y que por fin… Yo no creo en la paridad en la cultura, porque depende del talento, pero sí que creo que deberían tener las mismas oportunidades para subirse a un escenario y a partir de ahí, pues si gustan más al público o gustan menos, pues mira qué bien.
Igual tiene que ver también con los temas, que los que tratan los hombres se suelen considerar universales y los que afectan a las mujeres sólo se consideran femeninos… No sé si a un hombre se va a reír con un monólogo sobre la regla, por ejemplo.
Sí, hay una escatología masculina más permitida que una escatología femenina que, frente a la etimología del término escatología, no quiere ser vista, es como tabú, cuando forma parte de la vida, pero por convenciones sociales que no hace falta desarrollar porque son evidentes, no se podían llevar a escena o resultaba más incómodo hablar de los fluidos femeninos que de los masculinos, precisamente por esa idea clásica de la perfección ideal de la mujer, la mujer etérea que no suda, que no tiene la regla… De hecho era habitual, lo decimos en el libro, que las religiones ocultaran a las mujeres durante el periodo. Este tipo de tabúes no se rompen de un día para otro, pero yo creo que hay muchas mujeres que lo están haciendo y yo creo que tarde o temprano esto va a cambiar, porque en la vida yo creo que todo debería estar sujeto a comedia, porque como vamos a palmar, todo es comedia. "Es que me levanto todos los días a las ocho, porque mi jefe…" ¡Pero si vas a palmar, hombre, no aguantes a ese imbécil, deja el trabajo! (risas). Pero creo que al menos en determinados ambientes y, al igual que series como Modern Family han hecho mucho por la normalización del matrimonio gay en EE UU, por ponerte un ejemplo, pues creo que poco a poco si las televisiones mainstream empiezan a dejar sitio a las mujeres cómicas al igual que están empezando a dar los canales de pago como Comedy, yo espero que esa situación de poder hablar de determinadas cosas, desaparezca. Pero también te digo que yo aspiro a que podamos seguir hablando, como a principio de los 80, de todo, porque es que esta idea de no decir determinadas cosas para no molestar… Mire usted, déjeme en paz.
La defensa de la libertad de expresión es eso, ¿no? Si no te gusta, no vayas a verlo
Claro, o cambia de canal. Esta idea que se ha extendido muchísimo de retirar los libros… Es una pena además porque surge de una izquierda, en mi opinión, muy bobalicona. Los libros no hay que retirarlos, a pesar de que los roles que transmitan puedan llegar a ser discutibles. Lo que se hace con los libros es contextualizarlos y explicarlos. Lo que pasa es que como eso lleva un tiempo, mucha gente prefiere quitarlos de la vista, pero es una medida mucho peor. Esos libros ya estaban cuando creciste tú y no por eso eres menos feminista, es decir, tuviste la suerte de tener unos padres o un entorno que te los explicaron, que es lo que hay que hacer. En cambio, si viese una persona por la calle con un comportamiento abyecto que he leído en un libro, pediría que lo retirasen de la circulación, que lo llevasen a la cárcel, pero no se me ocurre, en una ficción, asumir que los valores que se transmiten en un libro son propios del autor. Yo hay cosas que digo o que escribo que son mucho más groseras, que son mucho más bestias de lo que yo soy. Es que evaluar las cosas de una manera tan simple lleva a unas injusticias terribles.
Me queda claro entonces que los límites del humor en tu opinión deben ser los que impone la ley, y a veces incluso ni esos. ¿Y tú, tienes algún límite personal? ¿Hay temas que personalmente no te hacen ninguna gracia?
Pues la verdad, últimamente, la relación con las drogas de Albert Rivera ya no me hace ninguna gracia, a pesar de que es que claro, te lo pone a huevo. Me parece que ya tiene un punto moralista, porque qué más da si es cocainómano o no, en el fondo. Y luego, no me hacen ninguna gracia, evidentemente, chistes sobre mujeres maltratadas, sobre discapacitados, no me interesa absolutamente nada, a pesar de que muchas veces no se basen moralmente en nada, porque los chistes a veces se basan en la sorpresa, no tienen ninguna ideología. Pero a mí personalmente, por ejemplo, no me hacen gracia. Aunque sí me gusta utilizar imágenes digamos violentas y terribles de mujeres maltratadas o discapacitados como medio para señalar un problema mayor. Te pongo un ejemplo clásico que hicimos, que fue con los enfermos de cáncer. Cospedal en su época, recortó dinero en oncología en Castilla-La Mancha. Entonces nosotros pusimos "Cospedal recorta en oncología en Castilla-La Mancha, porque total, los enfermos de cáncer se van a morir en nada". Ahí, enfermo de cáncer, te estás riendo con ellos o de ellos, pero sirve de medio para denunciar a esa impresentable, al menos para llamar la atención. Ahí es, cuando me parece que tiene un objetivo de crítica, cuando me río y me funciona todo intelectualmente.
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Los tres de… Edu Galán
Tres películas / series: Sin perdón (Clint Eastwood, 1992), y las series Seinfield y Justo antes de Cristo.
Tres programas de televisión: Cualquiera de Jesús Quintero, Informe Mongolia en Al Rojo Vivo y, cómo no, Sálvame.
Tres canciones: Soy un corazón tendido al sol de Víctor Manuel, Tangled up in blue, de Bob Dylan y Las oportunidades, de Andrés Calamaro.
Tres libros: Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena, cualquiera de Emily Bronte o Jane Austen, y últimamente, una que es sorprendente pero me he reído mucho, Una historia de España de Arturo Pérez Reverte.
Tres referentes: George Carlin, el cómico estadounidense, Pepe Rubianes y Hegel, el filósofo alemán.
Tres momentos históricos: El descubrimiento de América, la Revolución Francesa y el 11S.
Tres lugares para visitar: Lastres, Nueva Orleans y Cáceres.
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Ángeles Castellano es periodista y miembro del equipo de redacción de Consumerismo.
*La foto de encabezamiento es de Jeosm.