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Paqui Maqueda: "Hay un franquismo sociológico impregnado en la raíz de este Estado"

La trabajadora social cuenta su experiencia en el movimiento memorialista andaluz, el polémico episodio de la exhumación del general franquista Queipo de Llano y qué pueden aportar los ciudadanos en esta causa.

Por Imanol Beristain

Paqui Maqueda (Sevilla, 1964) es una activista social, presidenta de la asociación Nuestra Memoria de Sevilla además de miembro de la plataforma Gambogaz. Comprometida con la causa de la memoria histórica y trabajadora social del Ayuntamiento hispalense. Fue una de las voces más destacadas del día en que se produjo la exhumación del general franquista Gonzalo Queipo de Llano de la basílica de La Macarena, al gritar los nombres de sus familiares víctimas de la dictadura franquista.

Escribió en 2003 el relato Azul oscuro, sobre la dura represión que sufrió su familia durante la Guerra Civil y el régimen nacional-católico derivado. En 2014, publicó el libro En la silla del criminal: diario de una andaluza en Argentina.

Háblanos de ti. ¿Cómo surge tu inquietud social e interés por la causa memorialista en España y más concretamente en Andalucía?

Soy trabajadora social del Ayuntamiento de Sevilla y dirijo dos centros cívicos en el Área de Participación Ciudadana. Mi inquietud por el tema de memoria sale porque tengo familiares represaliados: mi bisabuelo fue fusilado, una de los 114.000 personas desaparecidas en el Estado español, y sus tres hijos sufrieron cárcel, uno fue preso esclavo, otro fue asesinado al terminar la guerra… También sufrí la incautación de la vivienda por parte de Queipo de Llano donde vivían mis bisabuelos y sus hijos. Además, en el año 1963 mi madre es objeto del robo de su primer hijo en el hospital público Virgen del Rocío (Sevilla).

Cuando yo conozco y soy consciente de toda esta realidad me intereso por el movimiento memorialista que estaba en ese momento surgiendo en el Estado español, en el año 2000, y empiezo a hacer preguntas a unos y a otros, a los donantes de memoria como nosotros llamamos, que son por ejemplo mi madre y mi tío que vivía todavía, y ahí empieza mi camino. Hay gente que tiene este historial y no se implica tanto, eso es una opción y yo siempre digo que es muy respetable. Lo importante y lo que el Estado debería haber realizado es que la verdad de los hechos, que es el primer principio de Derecho internacional junto con justicia, reparación y garantía de no repetición, se hubiera reconocido desde hace mucho tiempo. A mí el Estado todavía no me ha dicho qué ha pasado con mi familia, y muestra un déficit democrático. He sido yo la que ha empezado a buscar en archivos, a hacer entrevistas, a interesarme por lo que pasó...

Como el Estado no ha facilitado esa verdad a los familiares pues cada uno se ha buscado la vida. Una vez que te has buscado la vida como yo, o aceptas esa realidad y tiras hacia delante, empiezas a buscar, a organizarte y a ser activa en los movimientos memorialistas, o esa realidad ya forma parte de tu familia, te quedas con eso y punto. Esas son decisiones muy familiares, muy personales y que cada uno decide si tomarlas.

Se escucha mucho eso de "ahora eres de izquierdas porque eres joven, pero cuando seas mayor ya madurarás". ¿Crees que la ideología tiene que ver con la edad? ¿Qué haces para, después de tantos años en primera línea, afrontar retos políticos cuando faltan las fuerzas?

En mi caso, absolutamente no. Soy de izquierdas desde que tenía muy pocos años. Recuerdo mis primeras experiencias: yo soy de la barriada de Las Letanías, al lado de las 3.000 Viviendas, y con 7 años corrimos delante de los grises porque no había plazas escolares en mi barrio. Son situaciones que te marcan y cuando uno es de izquierdas, lo es para toda la vida. Uno puede dejar de tener posturas extremas, eso sí. Yo he ido, digamos, endulzando mis posturas, haciéndolas menos radicales, porque es difícil mantener el ímpetu que tienes cuando eres tan joven de querer cambiar las cosas y obtener resultados rápido.

Sin embargo, la ideología uno no la cambia. Me acuerdo mucho de Rosarito, una amiga del barrio que me dice mucho: "yo estoy en esta loseta, y no me muevo de este cuadrado desde que nací". Pues yo igual, es muy difícil moverte de una postura que ya tienes asimilada porque para mí ser de izquierdas es compartir un proyecto de vida que conlleva unos valores y un posicionamiento. Yo eso no lo puedo cambiar aunque sea funcionaria y cobre lo que cobro, o aunque tenga dos casas (que en este caso no las tengo). Aunque hayamos tenido un poder adquisitivo de clase media, uno es de izquierdas y tiene conciencia de clase porque lo ha mamado, y eso no se puede apartar.

Con respecto a la segunda pregunta, a mí las fuerzas no me han faltado todavía, y el grito que di en la Macarena en la madrugada del día 4 de noviembre creo que lo demuestra. Es difícil estar en primera línea, yo llevo 20 años en memoria histórica, y me refiero a abrir fosas, organizar concentraciones, señalar símbolos fascistas en nuestras calles, acudir a muchas reuniones y jornadas, tener muchas entrevistas con políticos del Ayuntamiento y de la Junta por ejemplo, y por supuesto mantener mucho contacto con familiares que realmente son el motor y corazón de la memoria histórica, de hecho a raíz de lo de la basílica me han llamado muchos medios de comunicación.

Por ahora no me fallan las fuerzas, aunque sí que es verdad que llegará un momento en el que yo dé un paso hacia atrás cuando esta sociedad, este Estado y los distintos gobiernos empiecen a reconocer y a dar pasos como el que, por ejemplo, han hecho con la Ley de Memoria Democrática, que es muy importante, una ley y un instrumento muy potente. Conforme eso se vaya haciendo, poco a poco iré reduciendo mi participación. Yo creo que esta fuerza me viene de mi bisabuelo, de Juan Rodríguez Tirado, que allí donde esté me insufla la fuerza. Y de momento ahí estoy. Quedan muchas cosas por hacer y es importante que estemos.

Es evidente que a raíz de la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, las víctimas de la dictadura franquista y la lucha por su reconocimiento están en la palestra política. ¿Crees que este debate favorece la calidad democrática?

Por supuesto y sin duda ninguna. Cuando vino la democracia, este Estado debería haber aplicado el derecho transicional, que es el que se aplica en ese inpass de tiempo cuando se sale de una dictadura y se entra en una democracia, el que ampara a las víctimas y repara el daño. Se podrían haber creado distintas comisiones de la verdad, se podrían haber apartado de la judicatura, de la política y de la policía a todos esos elementos que colaboraron con el régimen franquista, y sobre todo se podría haber escuchado y reparado a las víctimas. No fue así. En los años 70 las cunetas todavía estaban llenas de gente, y eso dura hasta hoy. Aquí lo que ha habido a lo largo de toda la historia de la democracia es un déficit democrático y una ausencia de políticas públicas de memoria histórica.

Argentina por ejemplo tiene totalmente asimilado lo que ha vivido, en ese país todo el mundo sabe quién es Videla obviamente, saben quiénes fueron los asesinos, y hay muchos monumentos y referencias a las desapariciones… Lo cual aquí no ocurre, porque en España se ha intentado tapar. Las leyes de memoria histórica de 2007 y esta, son instrumentos que el Estado crea para reparar, pero concretamente la de 2007 no está regulada a través de decretos para ponerse en marcha y no está dotada, es como tener un tío en Alcalá: que ni tiene tío ni tiene na. La hizo el PSOE en 2007 y luego Rajoy decidió no dotarla.

Las leyes son instrumentos válidos pero deben tener contenido, porque si no se dotan no satisfacen a las víctimas ni ayudan a que un país siga hacia delante. Esta última, que nos parece muy buena aunque tiene sus sombras como todas, esperemos que le dé tiempo al Gobierno a ponerla en marcha hasta diciembre del año que viene, cuando hay elecciones. Esto es lo queremos, que las políticas públicas sirvan para reparar a las víctimas.

¿Crees que aún existe connivencia con ciertos elementos del franquismo a nivel de simbología y demás? ¿Por qué se produce tal impunidad?

La Iglesia es un ejemplo. Debería ser citada en la Ley de Memoria Democrática porque fue un elemento colaboracionista con la gran matanza fundacional del franquismo, como dice Paco Espinosa. El nacional-catolicismo necesitó la represión, y la represión necesitó la bendición del nacional-catolicismo. La Iglesia debería pedir perdón públicamente a las víctimas, ya van muy tarde, y aún hoy hay un claro ejemplo de connivencia con la familia de Gonzalo Queipo de Llano, con los familiares de poderosos que fueron responsables del genocidio andaluz, de la gran represión andaluza.

Eso se ve clarísimo en la noche del 3 de noviembre: el Gobierno no fue llamado y tenía que estar ahí según el protocolo, porque debía ser testigo de cómo salían los restos. La familia no avisó y estuvo en connivencia total con la hermandad de la Macarena, y fueron ellos los que sacaron los restos. Ahora te dicen que no era obligatorio que estuviera el Ejecutivo, pero aunque no lo fuera, si tú tienes intención de hacerlo de forma adecuada avisas a la institución correspondiente.

Esto nos arrastra a la impunidad con la que la Iglesia española todavía campa a sus anchas. Tiene que abrir los archivos eclesiásticos, que tienen mucha información sobre la represión que nos vendría genial a las víctimas, a los investigadores y a los historiadores. Además, tienen todavía amparando mucha simbología fascista, como era el caso de la existencia de las tumba de Queipo y Bohórquez en la Macarena, y que tiene una deuda pendiente con las víctimas y la ciudadanía española que es pedir perdón públicamente por la colaboración que tuvo con el régimen.

Hay también una colaboración vergonzosa de la judicatura española, no toda (eso hay que decirlo también), con el rastro que han dejado los criminales y los crímenes cuando no admite a trámite las denuncias interpuestas en los distintos juzgados por desapariciones, torturas, prisión… No las admiten amparándose en la Ley de Amnistía y en que la Ley de Memoria Histórica de 2017 ya acoge eso y en que los crímenes están prescritos, cuando realmente son crímenes de lesa humanidad que no prescriben nunca según el derecho internacional.

Ahí tenemos la querella Argentina: hemos tenido que cruzar el océano Atlántico, 10.000 kilómetros, yo he tenido que ir dos veces para declarar en un país que no es el mío, que no es donde se cometieron los crímenes, pero es el único lugar donde nos tendieron la mano, nos trataron como víctimas y han admitido a trámite las denuncias por los crímenes franquistas.

Aquí nos cierran la puerta y hay una connivencia clara con el Estado español y sus distintos gobiernos, que no dan indicaciones tampoco en las judicaturas para que se admitan estas denuncias y se puedan ir juzgando los crímenes aquí. El hecho de que ya no vivan los criminales, igual que ya no viven las víctimas que sobrevivieron, no es óbice en ningún momento para no juzgar los crímenes. Hay un franquismo sociológico impregnado en la raíz de este Estado, de la equidistancia, de que "los dos bandos hicieron lo mismo", "ahora estáis sacando los muertos pero tenéis que hacer lo mismo con los otros, que también los mataron"… Es muy peligroso poner a las víctimas y los verdugos al mismo nivel en la balanza, y eso se tiene que romper. Es muy difícil de quitar en la sociedad, no corresponde sólo a las víctimas aunque hayamos tenido un papel fundamental en esto.

¿Cuál es el papel de la asociación de la cual eres presidenta?

Nos llamamos Asociación por la Defensa de las Víctimas del Franquismo Nuestra Memoria, y lo que hacemos es la defensa de las víctimas el franquismo pero colectivamente, es decir, somos una asociación que no entiende su trabajo si no es con otras entidades de Sevilla. El músculo asociativo memoralista de Sevilla es muy potente, de hecho hemos conseguido sacar a Queipo y a Bohórquez de la basílica de la Macarena, algo que muchos creían imposible. Colaboramos por ejemplo en la plataforma Gambogaz, que se constituyó hace 4 años y de sus tres objetivos ha conseguido dos: sacar a Queipo y quitarle el título de marquesado, sólo nos queda revertir el cortijo de Gambogaz en propiedad pública y convertirlo en museo de la memoria, que en eso estamos. Trabajamos con la asamblea de la Gavidia, que es un espacio plural que se hace una vez al mes, el último sábado de cada mes a las 12 de la mañana en plaza de la Gavidia (Sevilla) y quiero aprovechar la posibilidad que me da esta revista para invitar a la gente a que participe. Se celebra desde hace 14 años, llueva, truene o haga mucho calor.

Es un ágora ciudadano y es muy emotivo porque hay víctimas, hay familiares, entidades asociativas, asociaciones memorialistas, muchos estudiantes que quieren conocer y observar… Para nosotros es un lujo. También somos miembros por supuesto de la querella Argentina aquí en Andalucía. En definitiva, nuestra asociación es una entidad que el objetivo que persigue lo entiende de forma colectiva. No podemos trabajar por nuestra cuenta, estamos en la red de entidades memorialistas en una ciudad que por suerte tiene un músculo importante al respecto.

La bandera tricolor de la Segunda República Española ondea en muchas manifestaciones por causas justas, como en la defensa de los servicios públicos, por las pensiones, por las mejoras de las condiciones laborales… ¿Cuál es tu modelo de República y por qué crees que en este tipo de movilizaciones abundan estas banderas?

Yo creo en una república laica, feminista, federalista y de izquierdas. Para tener repúblicas de derechas como en Estados Unidos o Francia, mejor una de izquierdas con todos los valores humanistas de la Ilustración, que fue realmente el germen del nacimiento de la Segunda República Española: donde el pueblo tenga voz, donde haya una democracia directa, donde no exista la monarquía, donde haya un modelo laico de sociedad… Quien quiera ir a la iglesia que vaya los domingos, pero que no maneje el cotarro y por supuesto pague sus impuestos y devuelva los bienes que ha robado con el protocolo de inmatriculaciones. Esa es la República que yo quiero, porque no todas las repúblicas valen y son buenas, equivocarse es fácil.

Yo creo que la bandera republicana está en todos los sitios donde se denuncian violaciones de derechos humanos, donde hay reivindicaciones de temas sociales con una fuerza tremenda, por ejemplo en la gran manifestación de Madrid en defensa de la sanidad pública -la cual aprovecho para felicitar desde aquí- percibía la cantidad de banderas republicanas que había. La bandera tricolor representa las grandes luchas que tiene pendiente el Estado español todavía: que devuelvan al pueblo la dignidad de una sanidad pública, de una educación también pública y en condiciones, de un papel protagonista para la mujer y no subalterno porque somos más del 50% de la población, que la violencia de género no sea una lacra, donde el patriarcado vaya reduciendo su papel preponderante…

Es una bandera que acoge un gran arco de movimientos sociales muy importantes que ven sus derechos vejados, como es el caso del colectivo LGTBI, a los que persiguen y consideran personas de segunda y que no pueden amar como quieren amar… Yo creo que la bandera está por eso, para ondear en sitios donde realmente se reivindica un espacio de dignidad y de protagonismo del pueblo.

Un tema muy de actualidad que no dejó prácticamente indiferente a nadie en Sevilla: la exhumación del general franquista Queipo de Llano de la basílica de la Macarena, en el barrio hispalense con el mismo nombre. ¿Quién fue este leal al régimen y por qué genera animadversión incluso entre los propios miembros de la hermandad en cuya sede ha estado enterrado hasta ahora con todos los honores?

Fue el máximo responsable de una campaña de terror, de exterminio, de genocidio del pueblo andaluz, a raíz de un intento de golpe de Estado fascista de 1936. Él se dedicó a montar una campaña del miedo desde las ondas de Radio Sevilla, avisando a los pueblos y dando instrucciones a los militares de lo que tenían que hacer: violar a mujeres, que ellas que se vistieran de luto porque iba a matar a diez personas por cada uno de derechas que cayera… Fue un terrorista porque infundió terror y además montando un sistema represor en cada pueblo donde efectivamente mataron al 10% de la población, fue una persona a la que en palabras de ahora le diríamos genocida. Si hoy viviera y se le tuviera que enjuiciar, sería aplicándole todo el derecho internacional sobre crímenes de lesa humanidad y sería responsable. Era y sigue siendo un símbolo para ciertos partidos de la ultraderecha porque significa el poder desde arriba y el aplastamiento del pueblo y sus derechos.

No voy a decir que no sea una persona digna de estar enterrada en una iglesia, porque si esta institución acoge a este tipo de genocida allá ellos. Lo que las personas del mundo memorialista siempre hemos dicho es que la tumba tiene una proyección pública tremenda, igual que la tumba de Bohórquez, lo que pasa que esta última la taparon una alfombra aunque ya sabíamos que estaba ahí. Puedes tener en tu casa lo que tú quieras, pero si tu casa tiene una puerta abierta donde entran miles y miles de personas incluidas personas de fuera porque tiene un poderío tremendo en nuestra ciudad y hace una función de llamamiento popular, no puedes tener dos símbolos fascistas en tu iglesia, y más Queipo de Llano, con el peso de este personaje, con el miedo que infundió, por la represión que hizo sin ningún control, por el sadismo con el que emitía las consignas… Que hayan salido estas dos personas de un sitio privado con una proyección pública es un gran avance para la democracia y un logro para el movimiento memorialista de la ciudad de Sevilla.

¿Por qué se ha tardado tanto en llevar a cabo cuando en teoría ya era posible desde que se aprobó en 2017 la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía?

Esa pregunta se la tienes que hacer al PSOE, que estuvo hasta 2018 en el gobierno de la Junta y Susana Díaz miraba a otro lado, tendrían que haberlo sacado antes porque mira cómo lo han hecho ahora en 10 días. Muchas veces las cosas dependen de una voluntad política: la ley entró en vigor el 21 de octubre y el 3 de noviembre estaban los restos fuera. Cuando hay voluntad política, las promesas se cumplen. La ley de memoria histórica andaluza, que es una de las más avanzadas con respecto a los derechos humanos, también adolece de dotación presupuestaria y de reglamentación. Sí que es verdad que la Junta tenía una dirección general de memoria democrática que funcionaba muy bien, que son quienes tendrían que haber sacado a Queipo y Bohórquez por orden del gobierno de Andalucía, pero no les dio tiempo y llegó la derecha apoyada por la ultraderecha.

Lo cual nos lleva a otra pregunta. ¿Están realmente comprometidos los gobiernos con la labor de reparación del dolor de las víctimas de la dictadura y la consigna "verdad, memoria y justicia"?

No, para nada. O te contestaría en dos partes: hasta ahora no. Ahora he dicho en muchos sitios públicamente que sí empiezo a sentir que este Estado me está empezando a mirar a los ojos y me está considerando víctima, pero claro, yo he tenido que viajar 10.000 kilómetros para que se me considere como tal y para que consideren estos crímenes como de lesa humanidad y se les aplique el derecho internacional. Para eso nos hemos tenido que partir la cara las víctimas, en las calles, en las concentraciones, a pie de fosa, con nuestro dinero, gestionando dinero público de subvenciones…Hemos tenido que hacer todo.

Ahora el Ayuntamiento de Sevilla está haciendo una labor muy buena desde su Oficina de la Memoria Histórica y las personas que lo llevan, hay un entendimiento muy positivo con el movimiento memorialista y hay unas actuaciones como la de la fosa Pico Reja digna de agradecer. Yo tengo sólo palabras de agradecimiento al Ayuntamiento por haberlo hecho posible, porque abrirla era otro hito aquí en Sevilla y ya se van sacando de ella 1.600 personas. El Estado empieza a cambiar su postura, a mirarnos y a darnos la mano. Por eso digo que hasta ahora los gobiernos no estaban realmente comprometidos con la labor de reparación del dolor de las víctimas de la dictadura, porque ahí tienes la ley de memoria histórica andaluza: completamente parada.

El gobierno de Moreno Bonilla nos trata como "pobrecitos, hombre habrá que sacar a las personas de las cunetas por compasión, que ya llevan 87 años". No, perdona, por compasión no vas a buscar y sacar a mi bisabuelo. Lo vas a buscar porque es una cuestión de justicia, y la justicia es un término mucho más amplio que no acoge solamente la compasión, igual que cuando hablan de la reconciliación y la ley de conciliación como le llaman ellos. Yo me concilio con quien quiera, cuando quiera y perdono a quien quiera cuando me dé la gana, eso es un tema personal. Yo lo que quiero es que haya justicia y cuando llegue y sea un principio que se pone en marcha, entonces -si quiero y si puedo- empezaré a perdonar o a reconciliarme. Pero claro, el actual gobierno andaluz con Moreno Bonilla tiene actuaciones desde un cariz que no tiene nada que ver con la justicia y la reparación, que es el que le pedimos las víctimas.

¿Qué les dirías a aquellas personas que dicen que "hay que dejar a los muertos en paz", que no hay que "remover heridas" o que abrir cunetas es un acto que fomenta un clima "guerracivilista"?

Yo les diría que si ellos no quieren, que no las abran. Aquí en este país no se obliga a nadie a abrir cunetas ni a devolverle los restos a sus familias, no es obligatorio. Si tú no quieres porque entiendes que esto es "remover heridas" y que vamos a darnos con los huesos en la cabeza, no lo hagas, pero déjame a mí que sí lo haga. Esto es como el aborto o el divorcio, son derechos que se van adquiriendo, su tú no quieres no abortes y no te divorcies porque tienes los valores que sea (que yo respeto profundamente), pero déjame a mí el derecho de darle descanso a mi bisabuelo y de entregarle a mi madre que vive todavía, que fue quien me lo pidió, los restos de su abuelo. Se trata de que haya justicia en el Estado español, porque a nadie le cabe en la cabeza que en este país haya 114.000 desaparecidos y más de 2.000 fosas comunes, y en Andalucía más de 50.000 personas desaparecidas en más de 700 fosas comunes. Yo voy a seguir con mi labor y espero que este país me ampare en ese derecho que es la búsqueda de la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición.

Por otra parte, las heridas llevan 87 años abiertas. Yo tengo una herida familiar que afortunadamente logré sanar cuando proclamé el nombre de mi bisabuelo y de sus 4 hijos, ya le he cerrado con la exhumación de la figura de Queipo de Llano, pero yo busco todavía que me devuelvan la casa, que busquen al hermano que tengo secuestrado que es un desaparecido vivo… Yo quiero que se lleve a cabo todo esto. El que no quiera que no lo haga, pero esto no es reabrir heridas porque nunca han estado cerradas. Esto es curarlas en todo caso y empezar a caminar hacia un horizonte de justicia.

Hace 20 años cuando mi madre me pidió que buscara a su abuelo que lo mataron en la guerra no es porque ella tuviera esa asignatura ya cerrada, me transmitió a mí la herida, al igual que mi abuela. Yo la conocí siendo pequeña, después de que mataran a su padre, a su hermano Pascual, sus dos hermanos en prisión, y ella puede que también sufriera algún tipo de represión por ser "hija de". Era una mujer que no era cariñosa, que nunca sonreía… Yo me crié con la falta de una abuela alegre, cuidadora, que contara cuentos, y yo con el tiempo he entiendo que eso no podía ser. Su carácter era comprensible con la gran herida familiar que tenía, con la masacre que le hicieron a mi familia, con la diáspora que sufrimos, que la mitad de sus hijos se tuvieron que ir en los años 60 por ser familiares de rojos. Este es sólo un caso, pero hay miles de familias con heridas e historias así de duras en nuestro país. La herida se cierra cuando la persona que quiere cerrarla se siente atendida y nota que se ha curado, mientras no sea así tiene pleno derecho y es más, el deber, de reivindicar que se cierre, y por supuesto el orgullo, que también nos queda eso.

¿Crees que los jóvenes, pese a no haber vivido de primera mano la represión de la dictadura en nuestro país, están concienciados e implicados con la memoria histórica? ¿Cómo pueden ayudar los ciudadanos?

La juventud no está implicada en el tema de memoria, pero por un motivo: desconocen lo que pasó en nuestro país. Muchos no saben ni siquiera quién era Franco, entonces cómo van a saber que hay 114.000 personas desaparecidas, que si rascan un poquito seguro que son incluso familiares de algunos de ellos. No es responsabilidad de la generación de jóvenes, no es que ellos no quieran saber: es responsabilidad de un Estado que no ha facilitado los medios, sobre todo educativos, en el ámbito de los institutos y colegios para que la historia reciente y contemporánea de España se sepa, no la historia de los Reyes Católicos sólo. ¿Qué fue la Segunda República?, ¿qué modelo de democracia ofrecía al pueblo?, ¿qué es lo que pasó con el intento de golpe de Estado y la represión que se ejerció durante esos años y después con la dictadura? Eso es lo que la gente necesita saber. Yo estoy segurísima de que si eso lo ofreces durante años en el ámbito educativo y lo incluyes en un currículum escolar, la gente sabrá de lo que estamos hablando y la generación de jóvenes se implicará más. Hay un desconocimiento tremendo, y por tanto no se puede pedir otra cosa, es lógica.

Los ciudadanos pueden contribuir desde todos los ámbitos, con un apoyo explícito a la causa, la participación en las entidades y actos memorialistas que tenemos… Por parte de los familiares de víctimas, pueden acudir a la Oficina de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla para que les haga la prueba de ADN y ver si coincide con algún resto de los 1.600 que hemos extraído de Pico Reja. La ciudadanía tiene un amplio abanico de posibilidades de colaboración, sobre todo el apoyo emocional, de amor a nuestra causa que entronca con los derechos humanos y de justicia, verdad y reparación. Eso está el alcance de cualquiera que tenga buen corazón, y no tenga una ideología fascista, claro.

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Los tres de… Paqui Maqueda

Tres películas / series: El Padrino, Cowboy de medianoche y Juego de Tronos.

Tres programas de televisión / radio: La clave, con la que aprendí mucho (aunque ya no esté), El Intermedio, con el que me lo paso genial y me arranca una sonrisa al final del día, y cualquier programa de Radio 5, pero también Flamencos y Pelícanos, de Radio 3.

Tres canciones: El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés, El pueblo unido jamás será vencido, de Quilapayún y Algarabía, de La Banda Morisca.

Tres libros: Noticias del imperio, de Fernando del Paso, El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez y La vieja sirena, de José Luis Sampedro.

Tres referentes: Mi madre, Luis Martín, que fue un cura de Las 3.000 Viviendas que me enseñó muchísimo, y por supuesto Chato Galante, de memoria histórica.

Tres momentos históricos: Al-Andalus, la Segunda República Española y el año 2000 cuando comenzó el movimiento de memoria histórica en España.

Tres lugares para visitar: Cualquier país árabe, como Egipto, Jordania o Marruecos, y por otra parte me maravillan Guatemala y Granada.
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Imanol Beristain es periodista y miembro del equipo de redacción de Consumerismo.

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